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Niñas, niños y jóvenes somos polinizadores del territorio

Editorial de CENSAT Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia

¿Quiénes somos?
polinizadores
¿De qué?
del territorio
Aves y murciélagos…
…a polinizar!
Todas nuestras aguas…
…vamos a cuidar!

La polinización es uno de los procesos fundamentales para la continuidad de la vida en el planeta, por medio de esta, el polen viaja de una flor hacia otra flor y de esta forma se posibilitan la fecundación, producción de semillas y frutos y la germinación, en últimas la reproducción de la vida. La polinización es propiciada bien sea por factores como el agua o el viento, o con la ayuda “involuntaria” de animales, sean estos aves, insectos, murciélagos u otros. La polinización nos deja ver las dimensiones dulces y sutiles con que la naturaleza desarrolla muchos de sus vínculos, es sinónimo del equilibrio de la vida, pues entre animales y plantas / aguas y plantas se sostiene una relación bidireccional donde ambos se benefician. Este mutualismo significa que la vida continúa con su generoso y antiguo ciclo de reproducción y desde luego nos invita a comprender la importancia de lo pequeño, la potencia de la vida en lo minúsculo.

La polinización vista como relación, como comunicación, como proceso y mecanismo fundamental para la reproducción de la vida nos da importantes claves para el cuidado comunitario de la naturaleza, observando lo simple, lo pequeño, lo relacional. Es tan vital en los territorios el proceso de la polinización como el papel que de las niñas y niños, así que tras una reflexión biomimética niñas, niños y jóvenes resurgen como un ser otro, como un ser polinizador. Niñas y niños son polinizadores del territorio porque conectan, tejen, alimentan el mundo campesino, indígena y local con sus pasos juguetones entre los pliegues de la tierra, sus vuelos de ave y agua, sus deseos de ser libres y felices, sus enraizamientos profundos, su amor por la familia y el territorio y sus relaciones comunitarias.

Niñas, niños y jóvenes campesinos, indígenas y urbanos son polinizadores del territorio porque son parte activa de la comunidad, son la genética transmitida, la memoria y el legado, les gusta su comida montañera, caminan su territorio, conversan con sus abuelos, saben dónde está el río y se bañan en sus aguas. Niñas y niños son interacción, son también la tensión hacia el cuidado porque nos hacen pensar en el presente y el futuro. Ellas/os transportan polen sin saberlo cuando de monte en monte conocen más su territorio, reafirman lo que son, saben cómo se cultiva el café, el plátano o la yuca, y también entienden la dinámica del río, cuándo abundan los peces o por qué les afecta la represa. Niñas y niños son polinizadores del territorio porque comparten con sus familiares, amigxs y conocidxs reflexiones simples y profundas sobre lo que le sucede a la piel de la tierra cuando la cuidamos o la maltratamos. Ellas y ellos son potencia de la vida comunitaria, libre y feliz porque recrean y renuevan la vida.

Así pues, reconociendo el rol polinizador de niñas, niños y jóvenes y reflexionando sobre la importancia de juntarnos para alimentar la cocreación de conocimiento, posibilitar vivencias-reflexiones profundas en la naturaleza, y pensar cómo fortalecer la reproducción comunitaria de la vida hemos creado la Escuela de la sustentabilidad Polinizando el Territorio. En ella participan alrededor de 300 niñas, niños y jóvenes de 10 municipios en Santander, Antioquia y Meta, también algunas mamás, papás y profesoras. Las escuelas de polinizadores tienen también el propósito de alimentar-refrescar cuatro procesos organizativos fortaleciendo en ellos la participación de niñas, niños y jóvenes para la defensa y cuidado territorial. Los procesos organizativos que participan de la Escuela son el Movimiento Social en defensa de los ríos Sogamoso y Chucurí en Santander, Cinturón Occidental Ambiental COA en suroeste de Antioquia, Acueductos comunitarios en Red en Villavicencio y Boicot-Kuntur en Cumaral, Meta.

En la Escuela Polinizando el territorio la naturaleza y las comunidades son nuestras maestras: tan importante sentir y observar el agua, como escuchar a un fontanero, contemplar el vuelo del murciélago, los trajes brillantes del colibrí o la quietud del bienparado, tan potente aprender de una abuela o un Jaibaná, como conectar esas vivencias con la vida cotidiana en nuestros territorios. Como polinizadores del territorio reflexionamos sobre lo que somos como niñas, como gente de río y de montaña y reconocemos el territorio en su diversidad natural-cultural a través del caminar y el jugar. Gratitud a todas las niñas y niños la posibilidad de sumergirnos en nosotras mismas conectándonos con la alegría, el amor, la ternura, la espontaneidad, el cuidado y la diversidad.

¡Seguimos caminando, sintiendo, aprendiendo y soñando!

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