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Elecciones de convencionales constituyentes en Chile

Repasamos las propuestas de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI)

Radio Mundo Real

Chile despertó. Luego de 30 años de injusticias sociales, viviendo bajo una Constitución redactada y aprobada por el régimen militar del tirano Augusto Pinochet, el pueblo andino se levantó. Como consecuencia de dos años de lucha sostenida, a pesar de la violencia represiva desplegada por el derechista gobierno de Sebastián Piñera, el pueblo chileno logró que se aprobara, mediante plebiscito, la redacción de una nueva Constitución en manos de una Convención con integrantes elegidos mediante voto popular.

Este sábado y domingo se elegirán a los/las 155 integrantes que conformarán esa Convención Constitucional. Estas elecciones están marcadas por otras dos grandes victorias populares: la Ley 21.216, promulgada el 20 de marzo de 2020, que establece el mecanismo de paridad de género, y la Ley 21.298, promulgada el 23 de diciembre del 2020, que asegura la representación de pueblos originarios dentro de la Convención.

Las mujeres rurales e indígenas de Chile organizadas en ANAMURI, que integra la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-La Vía Campesina), tienen sus candidatas y junto a varias organizaciones campesinas e indígenas presentaron “La Propuesta Campesina ante la Convención Constituyente”, en la que dice que “el Estado chileno se debe reconocer como un Estado Social de Derecho, plurinacional y multicultural”.

El documento consta de 12 propuestas concretas agrupadas en distintos ítems: características del Estado, modelo económico y productivo, pueblos originarios y campesinado, producción agropecuaria y soberanía alimentaria, tierra y agua, semillas y cultivos transgénicos, trabajo y derechos laborales, política exterior y tratados internacionales, el derecho al buen vivir, justicia climática y defensa del medio ambiente, y por último, lenguaje inclusivo y paritario.

Las organizaciones subrayan la importancia de “crear las condiciones para erradicar todas las formas de discriminación hacia las mujeres, incluidas las mujeres campesinas, indígenas y mujeres que trabajan en zonas rurales”. Además proponen un modelo económico y productivo que represente los intereses populares e impulse un desarrollo nacional sustentable, y reconozca “la función social de la propiedad, la tierra, el agua y los ecosistemas”.

El reconocimiento a los pueblos originarios y las garantías de sus derechos son la base del documento presentado por ANAMURI a delegados/as de la Convención Constituyente, organizaciones sociales y populares, partidos políticos, autoridades y representantes electos de diversas instancias y a la opinión pública en general. El texto también propone que la soberanía alimentaria sea tomada como derecho inalienable de los pueblos y principio ordenador de las políticas agrícolas y alimentarias del país. De la misma manera se aboga por el reconocimiento de las semillas como patrimonio de los pueblos.

En el ítem siete, sobre trabajo y derechos laborales, se destaca: “el valor del trabajo humano como principio fundamental, reconociendo todas las formas de trabajo (doméstico, industrial, agrícola, de servicios, de los cuidados, etc.) como aportes fundamentales a la sociedad”. En cuanto a las relaciones internacionales la propuesta sienta sus bases en “el principio de cooperación entre los pueblos, respetando la autonomía y soberanía”.

La propuesta campesina entiende que el Estado debe garantizar el “bienestar, dignidad, salud, vivienda, educación y previsión social” de su pueblo y crear sistemas estatales seguros para prevenir la violencia de género, intrafamiliar, laboral e institucional. Además el Estado debe asumir el deber de “proteger el medioambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos” para garantizar el derecho individual y colectivo a disfrutar de una vida y un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado.

Desandar 30 años de un Estado unitario, hiper presidencialista, blindado institucionalmente, donde prima la propiedad privada y los servicios básicos como la educación y la salud están en manos de privados, no es tarea fácil. Pero el pueblo chileno lo está haciendo y la consigna de sus pancartas está cada vez más cerca de convertirse en una realidad: “El neoliberalismo nació y morirá en Chile”.

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