Un recuerdo para Dilma Ferreira, a un año de su asesinato
Formaba parte de la coordinación del Movimiento de Afectados por Represas (MAB) en Tucuruí (Pará).
Dilma Ferreira fue brutalmente asesinada dentro de su casa el 22 de marzo de 2019 junto a su compañero Claudionor Costa da Silva y el vecino de la pareja, Milton Lopes. Para celebrar su vida y recordar su lucha hablamos con Soniamara Maranho, Tchenna Maso y Cleidiane Vieira, compañeras de la Coordinación Nacional del MAB, sobre la coyuntura de los defensores de los derechos de los pueblos en Brasil y contexto actual en la región de Tucuruí.
Los compañeras de MAB nos traen el recuerdo de quién era Dilma: una mujer negra, una luchadora por los derechos de su gente en la región amazónica brasileña, fue protagonista en el debate de las mujeres afectadas por represas en Brasil. «Dilma Ferreira es la imagen de la mujer afectada que se reconstruye como sujeto de lucha en una región muy devastada y el hito de la resistencia histórica de una región que no ha sido reparada de los impactos sufridos por la construcción de la presa de Tucuruí en el río Tocantins desde la dictadura militar», dice Tchenna.
Dilma fue asesinada el 22 de marzo de 2019, el mismo día en que se celebra el Día Internacional del Agua. Es una clara víctima de este violento proceso de construcción de represas y fue la primera campesina asesinada en ese año, según la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). Justamente, Soniamara Maranho evalúa que este asesinato ocurrió en un contexto de avance de la violencia en el campo, sumado al desprecio del gobierno brasileño hacia las personas defensoras de pueblos y territorios:
“Para nosotros, luchadores de MAB y del Movimiento de Afectados por Represas de Latinoamérica (MAR), porque somos defensores de los derechos humanos, el asesinato de Dilma llena de indignación nuestros corazones, pero su memoria permanece viva en nuestra convicción de la importancia de la lucha por la liberación de la clase trabajadora en Brasil y en todos los países que queremos construir la liberación de la clase trabajadora».
La región aún experimenta los efectos históricos de la construcción de la represa de Tucuruí, que comenzó en 1976 y está en funcionamiento desde 1984. Innumerables comunidades no han sido reparadas por los impactos en el río Tocantins. Innumerables familias que fueron desplazadas y que aún viven al lado de una de las represas hidroeléctricas más grandes del país, no tienen electricidad en sus hogares y quienes pagan una de las tarifas más caras de Brasil. Para Cleidiane Vieira, de la Coordinación Nacional del MAB en Pará, las personas continúan siendo violadas: “Los municipios afectados por Tucuruí tienen los índices de desarrollo humano más bajos de Brasil y toda la riqueza generada no se invierte en educación, salud y mejora de la vida, mucho menos en infraestructura para la región». La privatización del río Tocantins está avanzando: con la presa y la construcción de vías fluviales aumentarán el control sobre el río, y desplazarán a productores agrícolas de la región.
Dilma era “consciente de que no pasaba desapercibida y, en el contexto de la Amazonía, todos los que luchan y en el proceso de resistencia terminan siendo perseguidos». La presa de Tucuruí fue construida en el período de la dictadura militar y hasta hoy la concesión de la presa es de propiedad estatal. Sin embargo, existe una fuerte presión para que la presa sea privatizada.
Lo que le sucedió a Dilma refleja el contexto histórico y actual de los defensores de los derechos humanos en Brasil y América Latina: las políticas de protección para los defensores tomadas individualmente no resolverán los problemas si el Estado no resuelve el conflicto que se genera en la lucha de los defensores de los derechos humanos. Para Tchenna Maso, “lo que se propone ahora, con el avance del fascismo, es mucha más violencia. Y esto es un reflejo para toda la región latinoamericana, con el avance de las políticas neoliberales que se presentan […] y la solución que tenemos es que los pueblos se organicen y construyan una seguridad propia y movilicemos los mecanismos de solidaridad entre las organizaciones y movimientos «.
Dilma dejó el legado de la lucha de la mujer amazónica, que resistió hasta el final de su vida y luchó para garantizar los derechos de los pueblos, independientemente del tamaño del enemigo.
Las mujeres, el agua y la energía no son mercancías.
Producción de entrevistas y artículo: Luana Hanauer – Amigos de la Tierra Brasil.