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Código de las Familias en Cuba: “Hay leyes que son empujada por la historia y leyes que empujan la historia”

Con Ariel Dacal, educador popular e integrante del Centro Martin Luther King.

Foto tomada para la acción pública a favor del Código de las Familias en el Centro Memorial Martin Luther King

El 26 de septiembre el pueblo cubano aprobó, en referéndum y con 66,87 por ciento de los votos, el Código de las Familias. La aprobación de este nuevo marco legal sustituye al anterior creado en 1975 y fue afirmado por 3,93 millones de personas en las urnas.

Ariel Dacal conversó con Radio Mundo Real acerca de las principales transformaciones que esta norma introduce en la sociedad cubana, lo que representa este proceso para la isla y cuáles son los desafíos a partir de su aprobación.

Lo primero que subrayó Dacal es una letra: la S, que tiene mucho más significado político que ortográfico. “Familias está en plural, es el primer elemento distintivo de este proceso, pluraliza, reconoce la diversidad de sujetos que componen las familias cubanas y los dota de derechos”, contó el educador popular.

El código anterior solo concebía el matrimonio heterosexual, es decir, solo permitía casarse a una pareja compuesta por un hombre y una mujer. Como dijo Dacal, “dejaba fuera la posibilidad legal de otras uniones consensuadas, con voluntad, basadas en el afecto”. El nuevo código “abre las condiciones para el matrimonio igualitario”, y también reconoce las uniones de hecho.

Afecto, una palabra que no es común leer en las leyes, pero en este caso es el elemento estructurante del nuevo código. “Por eso decimos que logramos hacer ley el amor”, expresó Dacal. De alguna manera cambia el eje unificador de las familias, ya no es lo bilógico, ahora será lo afectivo y consensuado. Vinculado a esto, también se abren las posibilidades de adopción y se introduce la “gestación solidaria”.

Este nuevo paquete normativo tiene una clara perspectiva de género, reconoce el lugar y otorga derechos a las personas cuidadoras, que son en amplia mayoría mujeres. Reconoce también las diversas manifestaciones de la violencia intrafamiliar y crea mecanismos de protección.

“Supera la idea de la patria potestad, una institución esencialmente patriarcal, por la noción de responsabilidad parental. Al mismo tiempo abre un ámbito muy grande, importante, rico y diverso a la filiación familiar, no solo por generación biológica, sino por vínculos afectivos”, explicó Dacal.

Además, este código pone en el centro a niños, niñas y adolescentes, incluyendo el principio de autonomía progresiva y el interés superior de los mismos en caso de judicialización. También incluye a los abuelos y las abuelas como sujetos de derecho específicos dentro de las familias.

Para el integrante del Centro Martin Luther King también es una forma de justicia histórica. “Mucha gente fue afectada. En el curso de que se transformaron las condiciones de las familias, los diseños y los modelos, la ley seguía constreñida a un tipo de familia y por tanto, procesos legales como la herencia, el derecho a la vivienda, el derecho al cuidado de niños y niñas, no estaban suficientemente reconocidos, ni protegidos”.

En cuanto al proceso de diseño del código, Dacal resaltó que fue “altamente democrático”, por varias razones. Primero porque atendió a un diagnóstico sobre la diversidad de las familias cubanas que existen, segundo porque tradujo lo que varios espacios de lucha de la sociedad civil traían, y “al mismo tiempo fue un amplio, rico y diverso diálogo social con diferentes saberes, el saber político-jurídico, el académico y el popular”.

Esta norma comenzó a trabajarse en 2019, tuvo 25 versiones y fue discutida en barrios y centros de trabajo, según contó Dacal. Una vez culminado ese proceso entró al parlamento, y este órgano aprobó la ley con la condición de que pasara antes por consulta popular, en la que finalmente fue aprobada por amplia mayoría.

“Está aprobada la ley, pero no está superada la cultura que la limitó durante tanto tiempo”. Con estas palabras Ariel Dacal pone sobre la mesa los desafíos futuros: “hay que seguir poniendo en el centro de cualquier regulación política los derechos”.

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