Rana Plaza está en todos lados
Marcha Mundial de Mujeres organiza acción mundial para recordar tragedia de Rana Plaza ocurrida hace 6 años en Bangladesh.
Han pasado 6 años desde aquel 24 de abril en que más de mil mujeres murieron y otras 2 mil resultaron heridas a consecuencia del derrumbe de los edificios de la fábrica textil “Rana Plaza” en Bangladesh.
El hecho conmocionó al mundo. Mostró las condiciones inhumanas en que estas trabajadoras realizaban sus tareas a cambio de un salario miserable y generó un movimiento internacional para exigir la reparación de la víctimas por los daños ocasionados.
Desde 2015, la Marcha Mundial de Mujeres ha propuesto el 24 de abril como día de Solidaridad y Acción global Feminista para recordar a las mártires y reflexionar sobre el trabajo de las mujeres en las dinámicas de la economía mundial, en especial sobre el papel de las transnacionales en la precarización laboral y los abusos a los y las trabajadoras.
Entrevistamos a Marianna Fernandes, integrante de la MMM Suiza y del Comité Internacional de la MMM, para conocer detalles de la acción global, reflexionar sobre si algo ha cambiado desde Rana Plaza y por qué es necesario que las mujeres se organicen para resistir y cambiar este sistema que explota y despoja a la humanidad.
«Lo que pasó en Rana Plaza es una fotografía de cómo funcionan transnacionales en el campo y la ciudad, cómo afecta especialmente a las mujeres esa lógica del despojo de trabajo y de apropiación de nuestro trabajo. Hay un conflicto irresoluble: entre las lógicas y dinámicas que permiten la acumulación del capital, y las lógicas que permiten que la vida se sostenga. Como estamos hoy no vemos cómo conciliar que una vida digna de ser vivida que se sostenga en este sistema. No es posible tener autonomía y soberanía sobre nuestros cuerpos en un mundo donde las transnacionales tengan tanto poder. Por eso necesitamos organizar resistencia feminista contra transnacionales».
¿Qué mostró Rana Plaza al Mundo?
La tragedia puso de manifiesto las pésimas condiciones en las que trabajaban las personas. En este caso, en un edificio de ocho plantas en Savar, a las afueras de Dhaka, que se derrumbó. Allí unos 5 mil trabajadores (sobre todo mujeres) cosían para cinco contratistas locales que abastecían a unas 30 marcas de ropa internacionales.
La industria textil de Bangladesh, valorada en 28 mil millones de dólares, supone el 80 por ciento de las exportaciones del país asiático. Es el segundo mayor exportador de ropa del mundo. En sus más de 4 mil fábricas trabajan alrededor de cuatro millones de personas.
Desde la masacre del Rana Plaza en abril de 2013, las trabajadoras del sector textil en Bangladesh han denunciado las condiciones de explotación a las que están sometidas y han exigido con cierto éxito salarios más elevados y condiciones de trabajo más seguras.
De hecho se firmó el Acuerdo de Bangladesh, sobre seguridad en la construcción de edificios y de instalaciones de sistemas contra incendios, al que suscribieron 220 empresas. Sin embargo, en 2018 el Acuerdo expiró y al menos 45 grandes marcas se desvincularon del acuerdo.
¿Qué alternativas ya brinda y tiene en marcha el feminismo?
Las mujeres se están organizando contra el control corporativo de sus vidas y su trabajo y como trabajadoras experimentadas por derecho propio.
Marianna Fernandes remarcó que se deben desarrollar estrategias históricas de resistencia y alternativas como la agroecología feminista, «para garantizar la soberanía alimentaria de nuestros pueblos y para construir autonomía y emancipación de las mujeres». También llevar adelante una economía solidaria feminista para «poner límites al mercado y vincularlo a una función social de intercambios entre personas y grupos».
Para seguir la Acción Global por Rana Plaza en redes sociales y sumarse a las movilizaciones buscá el hashtag #QuienHaceTuRopa