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Políticas públicas desde y para los pueblos

Las falsas soluciones se encuentran en diversos ámbitos de la vida y las instituciones, tanto en la Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas (ONU) sobre el clima en forma de mercados de carbono [1] y Cero Neto [2], como en la COP de biodiversidad del mismo organismo, con propuestas como las soluciones basadas en la naturaleza [3]. Incluso también en las negociaciones del Tratado Vinculante [4] sobre derechos humanos y empresas trasnacionales también en la ONU, cuando se intenta promover las leyes de debida diligencia [5].

Lejos de solucionar las injusticias, argumento de los estados del Norte global y las empresas transnacionales, las falsas soluciones las profundizan, pero con su confusa narrativa y la urgencia de las crisis que ponen en riesgo la vida, su incidencia es difícil de limitar. El riesgo actual es que las políticas públicas se desarrollen sobre la base de las falsas soluciones. Pero hay una clave sobre la cual avanzar: quienes generaron las crisis jamás serán los portadores de las soluciones.

Los primeros días de diciembre, en San José de Costa Rica, capital de ese país, Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe [6] (ATALC) realizó una conferencia titulada «Propuestas de políticas públicas para enfrentar las falsas soluciones», con la participación de organizaciones nacionales aliadas. Entre ellas, el Frente Nacional de Pueblos Indígenas de Costa Rica, el Movimiento Ríos Vivos, la Red Coordinación por la Biodiversidad, la organización de mujeres rurales Tinamaste, la federación ecologista FECON y la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum (CTRN). Hubo también organizaciones de Amigos de la Tierra de varios países de América Latina y el Caribe, y otras internacionales como La Vía Campesina [7] y el Movimiento Popular Mesoamericano.

Las narrativas de las falsas soluciones

No todas las catástrofes son «naturales», muchas de ellas son consecuencias del modelo neoliberal. «El clima no es algo abstracto, tiene que ver con las condiciones sociopolíticas. Tiene que ver con el acceso, los derechos y las garantías de las poblaciones”, dijo Martha Flores, del Movimiento Popular Mesoamericano, y marcó otros ámbitos de la vida donde se filtran las falsas soluciones. “Ya no se habla de paz, se habla de seguridad, esto es también una falsa solución, porque así militarizan los territorios. Aseguran y salvaguardan los intereses de las empresas. Esto además criminaliza la pobreza y la lucha”.

Alex Chavarría, de la Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria (FECORACEN) [12], integrante de La Vía Campesina en El Salvador, recordó que ante las crisis del hambre durante la pandemia del COVID 19 los gobiernos acudieron a los grandes supermercados y distribuidoras de alimentos procesados, cuando la alternativa real y concreta siempre estuvo y está en la tierra, y en quienes la trabajan: productoras/es, campesinas/os y pescadoras/es. 

Muchas veces estas soluciones falsas cooptan el lenguaje y los conceptos de las luchas populares, pero desvirtúan sus contenidos. Por eso en la conferencia se enfatizó la importancia de trabajar en la memoria histórica, la recuperación y revalorización de los símbolos y cultura. 

Las falsas soluciones contra la democracia

Alejandra Bonilla, de Tinamaste, dejó algunas claves sobre la mesa para entender cómo se instalan estas falsas soluciones desde las narrativas neoliberales. Dijo que una vez instalada la mentira en los discursos políticos es muy difícil desmentirla desde el campo popular, junto con ella se instala el miedo y la inversión del concepto de derechos básicos. Ahora tener acceso a la salud y al trabajo se muestran como un privilegio. Además Bonilla subrayó que en este discurso colonialista existe una “población de sacrificio”: algunas  personas y comunidades morirán y ese es un costo que, según estos discursos, hay que pagar.

La participación de Wanda Olivares y Ana María Vázquez, de Tierra Nativa – Amigos de la Tierra Argentina y CESTA – Amigos de la Tierra El Salvador respectivamente, fueron ejemplos concretos de cómo las falsas soluciones tanto en seguridad como en economía, atentan contra la democracia y los derechos de los pueblos. Ambos países con gobiernos de ultraderecha que han encontrado en las redes sociales grandes aliados para instalar el miedo y la mentira. Porque las tecnologías no son neutras, son profundamente políticas.

Estas falsas soluciones se han instalado además en los espacios de gobernanza mundial como la ONU a través de la captura corporativa, y ponen al movimiento social a discutir agendas que no le son propias, ni en temas ni en lenguaje. «Mientras nosotras entendemos de qué están hablando, ellos avanzan”, dijo a su vez Mariana Porras, de COECOCEIBA – Amigos de la Tierra Costa Rica.

«No podemos hablar de cambio climático sin hablar de biodiversidad, ni de alimentos, está todo vinculado, y así hay que abordarlo. La crisis climática no es una crisis aislada del resto de las crisis, las soluciones deben ser integrales», agregó Porras. Luego intervino Wilmer Lucitante, de la Unión de Afectadas/os por Chevron-Texaco (UDAPT – Amigos de la Tierra Ecuador), quien hizo patente que donde hay historia de impunidad, también hay historia de resistencia [13] y de construcción popular.

Alternativas emancipadoras

La pregunta clave llegado este punto es: ¿dónde se encuentran las propuestas que traen soluciones reales y concretas a las múltiples crisis? En los pueblos, en las personas que trabajan la tierra y cuidan la vida, en quienes defienden la naturaleza y luchan por los derechos colectivos. En la soberanía alimentaria y la agroecología, en la transición justa y la democratización de la energía, en la economía feminista y en la construcción de un sistema que gire en torno a la vida.

A su turno, Alberto Villarreal, de REDES – Amigos de la Tierra Uruguay, dijo que «el Tratado Vinculante [14] puede ser visto como una política pública internacional». Para que sea una herramienta de justicia para los pueblos debe ser construido desde abajo y con primacía de los derechos humanos sobre los derechos comerciales. Sobre esta herramienta pero en el plano nacional, Lucia Ortiz, de Amigas de la Tierra Brasil, contó sobre el proyecto de ley 572 de Brasil [15].

Otro de los caminos emancipadores es la transición justa, siempre y cuando sea desde una perspectiva feminista y popular [16], y entienda la energía como un derecho humano, no como mercancía. Sobre este tema habló Karin Nansen de ATALC, y se explayó sobre cómo sería una transición energética justa: con dominio público y soberanía sobre las energías, con el derecho de los pueblos y comunidades a decir no a proyectos energéticos en sus territorios, con el uso de la energía para sostener la vida y el trabajo digno para el sector. Nansen expuso más características de esta transición basada en el documento Transición Justa y Democratización de la Energía [17], realizado en conjunto por ATALC y la Confederación Sindical de la Américas (CSA) [18].

La economía feminista [19] es una construcción que desde el campo popular feminista plantea un proyecto real y concreto, para todas y todos. Mercedes Gould, de ATALC, presentó el acumulado histórico de la economía feminista y realizó un recorrido por sus postulados centrales, e hizo énfasis en que esta propuesta no solo transforma la economía, sino también los vínculos entre las personas, y entre las personas y la naturaleza.

Luego de dos días de conferencia las jornadas se cerraron con una idea clara: solo lograremos sortear obstáculos y derribar barreras para multiplicar los proyectos transformadores con organización e internacionalismo.