El 24 de abril recordamos y nos solidarizamos con las víctimas de la industria de la moda rápida, aquellas que murieron trabajando en los talleres textiles, altamente precarizados, del edificio Rana Plaza en Bangladesh, en 2013.
Esta memoria, motivada por la Marcha Mundial de Mujeres [1], nos espeja el presente y en su reflejo podemos ver que los crímenes de las empresas transnacionales contra las mujeres no han cesado.
La actividad corporativa, en los territorios del Sur global, tiene impactos específicos sobre las mujeres, sus medios de vida y sus redes afectivas. Algunos son directos y recaen sobre sus cuerpos, otros son más disimulados y les coartan el poder de decisión sobre sus derechos fundamentales: al alimento, la vivienda y la salud.
Amigos de la Tierra Internacional realizó un audiovisual donde grafica estos impactos y nos deja la pregunta ¿Cuántas violaciones a los derechos humanos hacen falta para frenar la impunidad transnacional?
Las mujeres campesinas, indígenas y trabajadoras tienen propuestas alternativas al modelo de destrucción y dependencia. A continuación, recomendamos materiales para conocerlas.