Autonomía, igualdad, solidaridad, ética, justicia y participación son algunos de los principios desde donde basan su lucha las delegaciones del Movimiento Ríos Vivos de Colombia. También lo es la identidad.
Gran parte de quienes integran Ríos Vivos viven en zonas sumamente afectadas por el conflicto armado que persistió en este país sudamericano. Para garantizar que esa violencia no se repita hace falta memoria. Para construir la memoria por fuera de archivos y papeles, más cercano a las prácticas de las comunidades, las mujeres del río Sogamoso en la región de Chucurí, afectadas además por la represa que es parte del proyecto Hidrosogamoso, han construido diversas obras de arpillera donde relatan episodios que reconstruyen estos duros años de resistencia.
Nubia Blanca es una mujer referente de este proceso de memoria colectiva que, a la vez, es un proceso formativo de autosanación física y mental tras lo vivido. Estar en el yugo dificulta, por momentos, tener registro de lo hecho, de lo logrado. Y, al decidir cómo construir las memorias, tuvieron en cuenta que son pocas las personas que han terminado la escuela, que saben leer y escribir, y que se les daba con mayor facilidad el hilo y la aguja.
En ronda pensaban qué contar sobre los yutes. Comenzaron a aparecer escenas, comenzaron a saberse violadas, agredidas, secuestradas. Años de silencio que se abrían con colores, parches, figuras de botas, de topadoras. “Cuando empezamos a construir la memoria nos dimos cuenta que nuestros muertos no eran gratis, que los desplazados no se habían ido porque sí”, dice Nubia.
Por eso, desde el Movimiento social en defensa de los Ríos Sogamoso y Chucurí – Ríos Vivos, definen a esta práctica como un “arte hecho lenguaje con las palabras que no queremos decir”. Al registrar los hechos “nos dimos cuenta que lo sufrido tenía que ver con lo ambiental: vienen a apoderarse de un ecosistema y, como estamos ahí, nos quieren sacar a punta de hambre”.
Hidrosogamoso afectó 9 municipios de ese departamento: Sabana de Torres, Barrancabermeja, puerto Wilches, San Vicente de Chucurí, Girón, Betulia, Lebrija, La Mesa de los Santos y Zapatoca. “Debajo de cada embalse hay historias de terror”, dice Nubia sobre los crímenes, inundaciones y desplazamientos forzados de los que han sido víctimas humanos y animales que han causado estragos en la zona.
“Nos imaginábamos que el cambio iba a ser terrible, pero ellos nos decían que no, que la dinámica del río simplemente iba a cambiar un poco” y pidieron dialogar con la empresa. Como no lo lograron, hicieron plantones, movilizaciones y recorrieron otros proyectos de afectados por represas que les ayudaron a comprender lo que podía pasar en Santander. El Sogamoso era caudaloso y hoy quedó seco, apenas charcos y escasez.