Los movimientos y organizaciones sociales de mayor peso popular en América Latina y el Caribe se han manifestado en las últimas horas con rechazos categóricos al golpe de Estado en Bolivia a manos de los comités cívicos empresariales, especialmente el de Santa Cruz, la oligarquía nacional, las Fuerzas Armadas y la Policía.
El domingo, a poco de la renuncia del presidente Evo Morales y su vice Álvaro García Linera, la Confederación de Sindicatos de Trabajadores/as de las Américas (CSA) emitió un comunicado en el que condenó la consumación del Golpe de Estado [1]. Aseguró además que la renuncia de Morales y García Linera buscó “evitar un mayor baño de sangre, que ya estaba en curso a través del secuestro, amenazas y violencia contra familiares de ministros, parlamentarios y líderes sociales que apoyaban al gobierno”.
La CSA, que representa a más de 55 millones de trabajadores/as, denunció también la “actitud cómplice de la Organización de Estados Americanos (OEA), que, a pesar de las condiciones ofrecidas por el gobierno boliviano para su papel en las elecciones, nunca dejó de actuar para favorecer el discurso opositor de fraude sin presentar argumentos serios”. “La OEA, junto con varios gobiernos de la región, dejó que se impusiera la matriz internacional de desconocimiento del proceso electoral y junto con los medios de comunicación dominantes, favoreció el clima para un golpe de Estado que se consumó el día de hoy”, fustigó la CSA.
También el domingo La Vía Campesina, que reúne a 200 000 000 de campesinos/as en los cinco continentes, pertenecientes a 182 organizaciones de 81 países, expresó [2] su “más profunda solidaridad con el pueblo boliviano”, a la vez que repudió “este golpe de Estado racista, clasista y misógino, orquestado por el imperialismo estadounidense y las oligarquías conservadoras locales”.
La Vía Campesina llamó a una “movilización permanente y a una salida democrática que garantice los derechos humanos de lideresas y líderes sociales”. Asimismo, en una línea similar a la CSA, el movimiento campesino mundial denunció “el rol de las Fuerzas Armadas y de los medios de comunicación bolivianos que han optado por reproducir la violencia, desestabilización y desinformación en una clara alianza con las elites locales e internacionales”.
Ya el lunes fue el turno de manifestarse de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), anclaje en ese continente de La Vía Campesina. “La extrema derecha orquestó este golpe con el apoyo del imperio e incluyendo grupos manipulados por las redes sociales y con recursos económicos externos, todos unidos a un formato ya usado en otros países progresistas”, dijo en su pronunciamiento [3].
La CLOC aglutina a 75 millones de personas en 84 organizaciones de 18 países de América Latina y el Caribe. Consideró que “las fuerzas tenebrosas de la extrema derecha imperialista, racista y neofascista” interrumpieron “la tranquilidad de un pueblo” con un gobierno que “llevó mucho desarrollo y liberó a su país de la pobreza”. “Este golpe de Estado usó el mismo formato de odio, crimen y violencia de los nuevos estilos golpistas, su objetivo es poner ante las transnacionales y el imperio la riqueza natural que posee Bolivia y que han cuidado los pueblos durante muchos años”.
Por su parte, también el lunes la Marcha Mundial de las Mujeres Las Américas rechazó el golpe de Estado y se solidarizó con el pueblo boliviano [4]. “Nos ponemos del lado de las mujeres y hombres del pueblo boliviano que toman las calles para proteger su proceso democrático y condenamos los actos violentos, teñidos fuertemente de racismo y misoginia. Estas acciones son la prueba más palpable de las intenciones de las fuerzas golpista de reinstalar en Bolivia al racismo y el machismo como política de Estado”.
El movimiento feminista advirtió que se trata de un golpe al pueblo boliviano y sus organizaciones sociales, organizado por la oligarquía terrateniente que siempre buscó desestabilizar al gobierno de Evo Morales. “Quienes hoy señalan que buscan ‘recuperar la democracia’ son los responsables de la violencia actual y la organización de grupos de civiles que atacan al pueblo en la calle y cometen delitos de ‘escarmiento’ racista y colonial. Denunciamos la toma de organizaciones sociales e instituciones gubernamentales y el retiro de los símbolos indígenas como las wipalas para ser suplantados por símbolos del fundamentalismo religioso y del pasado colonial boliviano”.
En tanto, el Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB, por sus siglas en portugués), repudió el lunes el golpe de Estado en Bolivia y dijo que “una vez más las oligarquías locales, con el apoyo del imperialismo estadounidense, rompieron con la democracia y, por medio del terror, impusieron la renuncia del legítimo y recientemente electo presidente Evo Morales”.
El MAB integra a unas 40 000 personas en 20 estados de Brasil. Agregó en su comunicado público que “aún después de que Evo anunciara la realización de una segunda elección presidencial, los golpistas atrincherados en Santa Cruz apostaron a la barbarie de las milicias y sembraron la violencia en todo el país, amenazando y violentando aliados del gobierno e incluso familiares del presidente”.
Por su parte, en Cuba estudiantes de diversos centros universitarios y representantes de colectivos y organizaciones sociales del país, así como de movimientos populares latinoamericanos, marcharon ayer por la céntrica Calle G de La Habana, en repudio al golpe de Estado en Bolivia [5].
En ese marco, y a nombre del Capítulo Cubano de Movimientos Sociales hacia el ALBA, el activista Joel Suárez, dijo: “queremos hacer un llamado desde La Habana a todos los movimientos y fuerzas progresistas del continente: no hubo una renuncia, porque las renuncias se hacen fuera de amenazas. Evo, su vicepresidente y muchos miembros de su gobierno renunciaron en un acto de paz para evitar el genocidio a los pueblos indígenas y campesinos de Bolivia. Aun así, la derecha no se detiene”.
Además, para Joel la OEA, una vez más al servicio de Estados Unidos, le dio una puñalada “trapera” a Evo y enfatizó que la derecha boliviana y sus instituciones militares desconocieron la voluntad del pueblo.
Finalmente, Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe (ATALC), red que nuclea a organizaciones dedicadas al ambientalismo popular de 14 países de América Latina y el Caribe, manifestó el lunes su “condena absoluta a los golpistas y sus cómplices nacionales e internacionales” [6]. Los golpistas atacaron “a hombres y mujeres humildes, violentándoles en su integridad física y mental, con persecución al movimiento indígena y al pueblo en general que se ha movilizado a favor del proceso de cambio conducido por Morales, con torturas a ex representantes del gobierno y hostigamiento a sus familiares, con manifestaciones racistas abominables e incendios de casas”, alertó.
ATALC llamó, “sin ningún reparo”, a los movimientos y procesos sociales y políticos a manifestarse contra el golpe de Estado, y condenar enérgicamente “esta nueva atrocidad contra la autodeterminación de los pueblos” en América Latina y el Caribe. “La demagogia para intentar justificar la aberración del golpe, y por la vía de los hechos ir en contra de la decisión soberana de los pueblos expresada en las urnas, también debe ser rechazada y aislada”, sentenció la red de organizaciones ambientalistas.