“Antes me sentía como privado, ahora me siento libre, porque trabajo mi tierra y decido con mi producto, lo vendo, lo troco y gano de mi propio esfuerzo. Entonces no estoy dependiendo de un sueldo”, aseguró el campesino Gerónimo Solorzano, de la comunidad Peña Larga, municipio venezolano de Alberto Arvelo Torrealba, estado de Barinas.
“Cuando necesito reales voy y vendo algo y tengo mis reales. Uno así se siente mejor como persona. Si la niña necesita un cuaderno voy y vendo un quilo de “quinchoncho” (también conocido como guandú o frijol de palo, entre otros nombres, y es de la familia de las leguminosas) y ya lo tengo al rato. Por eso uno vive tranquilo y por eso digo que soy libre, independiente”, agregó Gerónimo en diálogo con Radio Mundo Real.
Lo entrevistamos junto a su hija de 13 años, Erlinda, en el marco de la primera Misión Internacional de Solidaridad de La Vía Campesina en Venezuela, que tuvo lugar del 20 al 27 de enero y que recorrió varios estados del occidente de ese país.
El “conuco” (huerta familiar) de Gerónimo es un predio de 15 000 metros cuadrados (equivalente a una hectárea y media). Hasta allí se fue hace tres años y medio con su familia luego de dejar una empresa, para trabajar la tierra con el apoyo del Instituto Universitario Latinoamericano de Agroecología “Paulo Freire” (IALA Paulo Freire). Hace siete años que Gerónimo trabaja junto a docentes y estudiantes de ese centro educativo, que queda a poco rato de viaje en automóvil desde su casa, en el mismo municipio. El IALA nació oficialmente en abril de 2008 por un acuerdo entre el gobierno venezolano de Hugo Chávez y La Vía Campesina, para formar estudiantes (propuestos por movimientos sociales) en la producción agropecuaria con enfoque agroecológico. Fue el primero de los IALA de La Vía Campesina, que ahora tiene muchos más en varias partes de América Latina.
Gerónimo, su esposa y su hija producen arroz, maíz, caraota (también de nombre poroto o frijol), quinchoncho, topocho (un tipo de plátano), caña de azúcar, ajonjolí (también conocido como sésamo), frijol de galleta y leche de cabra. Una parte de la producción es para alimentar a la familia, otra la venden y con otra hacen trueques (intercambios sin mediar dinero). También a veces hay que guardar semillas.
El campesino, al que visitamos el 22 de enero, explicó que los docentes y alumnos del IALA Paulo Freire le dieron el lumbricario para el abono, y lo apoyan, con visitas todos los viernes, para atender plagas y enfermedades en los cultivos. Además, le llevan plantas como el café y el cacao.
Gerónimo valora el legado del chavismo y la revolución bolivariana en marcha, que recuperó grandes latifundios improductivos y los dio a campesinos y campesinas organizados/as, y reivindicó la identidad y dignidad del campesinado. “La gente rica antes lo tenía a uno como sometido. Tú le trabajabas a él y tenías miedo de independizarte. Tenías miedo y decías ‘si me bota el hombre mi familia no come hoy’. Hoy no tengo miedo, yo trabajo, sé que tengo que trabajar porque tengo una familia que mantener y produzco yo mismo mis cosas”.
Gerónimo planea criar cerdos, vacas y gallinas, y el conuco alimentaría a los animales, además de a la familia.
Erlinda está en segundo año de Enseñanza Secundaria y sorprendió a los participantes de la Misión de La Vía Campesina por sus conocimientos sobre los cultivos y los usos de las plantas medicinales. A más de uno nos dictó cátedra. “El orégano sirve para echarle a la comida. Hay dos tipos de orégano, el grande sirve para hacer remedio, uno lo machaca, le saca el juguito que ellos botan, lo liga con miel y se lo toma para la tos y para la gripe. Y el chiquitico sirve para echarle a la comida o para echarle a la carne para que no se dañe. Si uno no tiene nevera lo pone a secar y le echa orégano y no se daña”.
Una educación popular
Según la web del IALA Paulo Freire [1], la misión del centro educativo es formar estudiantes (postulados por los movimientos campesinos, indígenas y afrodescendientes de América Latina, el Caribe y África) como profesionales integrales altamente capacitados para la transformación de los modos de producción agropecuaria, sustentada en el enfoque agroecológico, y con miras a lograr la soberanía alimentaria.
El militante José Luis Riber Rodríguez, de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (CRBZ, que lideró la misión), es parte del proceso de la coordinación político pedagógica del IALA desde 2017. José Luis es ingeniero en el área de Agroecología, egresado de esa casa de estudios. Con 25 años e hijo de campesinos del estado de Barinas, tiene en el IALA responsabilidades en proyectos socio productivos, socio integradores y en unidades de formación.
Sobre los proyectos socio productivos, José Luis nos dijo en nuestra visita al IALA que está en el área de producción animal, con aves, porcinos y piscicultura. Por ejemplo, trabaja en la recuperación de aves criollas para el consumo en el IALA de carne y huevo. El joven dirigente apuesta a su formación continua, en los procesos del colectivo de formación de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC – La Vía Campesina) y en los que lleva adelante la CRBZ.
La principal riqueza del IALA, amparado en el pensamiento del “pedagogo de los oprimidos” Paulo Freire, es según José Luis, su aporte para generar procesos de formación que apuesten a la construcción del ser, o “cómo convertir a la persona en sujeto de construcción de su propia realidad”. “Estamos trabajando en un sujeto que sienta, que piense, pero que al mismo tiempo actúe, que tenga la capacidad de dimensionar las cosas, de comprender cada uno de los procesos y de generar esa dinámica de autoconstrucción como ser humano”, explicó el joven venezolano. “Estamos trabajando con la formación del ser, del estar, del convivir, pero también para que pueda producir sus propios elementos, que le permitan como ser humano crear su base social y material, en ese proceso también dialógico que tiene que ver con la construcción de una nueva sociedad”, añadió.
José Luis relató a Radio Mundo Real el fundamento de los acompañamientos que realiza el centro de estudios a familias dedicadas a la producción familiar. “Nuestra misión en los acompañamientos en los predios es consolidar los espacios agroecológicos, territorializar la agroecología para el IALA es fundamental, pues en un proceso de construcción comunal el IALA es diferente a la Universidad y debe apropiarse y vincularse con el pueblo”. “Y la intención mayor es promover los procesos principales de organización, de formación y de todo lo que tiene que ver con la transformación y producción de alimentos de manera agroecológica”. “Vamos un día a la semana y generamos esa vinculación, ese proceso de formación de manera planificada, conjuntamente con una metodología de investigación-acción participativa y de campesino a campesino. Eso te permite socializar y generar una articulación y una planificación de trabajo mancomunada, en eso que todos estamos buscando que es la soberanía alimentaria”, cerró José Luis.