Los saberes se intercambian, las lenguas se entremezclan y las semillas se comparten. Saberes, semillas y lenguajes cruzaron la frontera uruguayo brasileña el pasado fin de semana, los días 15 y 16 de setiembre, en el Encuentro Binacional de Semillas Nativas y Criollas.
Más de un centenar de participantes desde la región norte de Uruguay, los departamentos de Rivera que fue sede, además de Artigas, Tacuarembó, Salto y Paysandú; y de Río Grande del Sur, en Brasil, conformaron este encuentro que tuvo lugar en la zona del arroyo Curticeiras.
Allí, a apenas unos tres kilómetros de la conocida como “frontera de la Paz” entre las ciudades de Rivera y Santa Ana Do Livramento y durante dos jornadas, se discutió sobre la importancia de la semilla criolla para la biodiversidad y la mesa de familias rurales y urbanas. Se hizo énfasis en el papel de la mujer en su cuidado y selección. Se aprendió mucho sobre su conservación, selección y usos, así como la necesidad de generar redes y políticas públicas para la conservación y valorización de la semilla y toda su riqueza asociada.
Productores y productoras familiares, jóvenes, investigadores, maestras y maestros, niñas y niños, músicas y colores hicieron del encuentro una fusión rica, diversa y fértil en el que la clave fue el principio de Soberanía Alimentaria.
Cuando la atención se centró en las mujeres quedó clara su interacción ancestral con la semilla y la agricultura, el alimento y la crianza.
Docentes universitarias brasileñas, junto a asentadas del Movimiento Sin Tierra y agricultoras fronterizas compartieron su vínculo con la semillas.
Alicia Cuevas, uruguaya, productora de sandías, criadora de cerdos y gallinas, ofreció un testimonio profundo y entre otras cosas compartió sentirse “liberada” por poder hacer agricultura y contar como “aliada” a la semilla criolla
La semilla criolla da lugar y sostiene, en cuanto a agricultura, al concepto de agroecología o agricultura ecológica. Sobre la “disputa” de este principio político, el de la agroecología, versó la mesa de debate que cerró la jornada del sábado, en este caso hablaron varones y en buen “portuñol”.
El ingeniero Mariano Beltrán, coordinador del equipo técnico de la Red de Semillas Criollas, en tanto, rescató a la semilla como herramienta de vínculo y encuentro.
Rivera, a 500 kilómetros de la capital-puerto de Uruguay, es sin embargo el segundo departamento en población afro de ese país. Su origen está en la huida de esclavos y esclavas de las haciendas ganaderas del sur de Brasil, que abolió la esclavitud casi medio siglo después que su vecino país rioplatense.
Este es un informe especial de Radio Mundo Real sobre el encuentro binacional de semillas celebrado días atrás en la frontera Brasil-Uruguay.
El corazón de la fiesta
El domingo amaneció nublado en Rivera, pero la falta de sol no trajo aparejada la caída de la ansiedad. Mates, chimarrões, y desayunos se improvisaron con las primeras luces del día y las últimas brazas del fogón nocturno.
Se acercaba el momento esperado, el verdadero corazón del encuentro: la feria de intercambio de las semillas.
Haciéndonos un espacio entre las gentes que participaban de la feria, recogimos algunos testimonios, como el de Sergio. Él se inició como agricultor con el nocivo tabaco, que cultivó durante años hasta que los venenos lo enfermaron.
Mónica Carballo es una experta autodidacta en microorganismos para el control biológico de enfermedades en sus cultivos. Y ofrece su saber y sus preparados en la feria de semillas.
La mañana transcurrió en intercambio de semillas, alimentos y artesanías. También descubrimos, con Paulina, que las flores nos ayudan a sanar.
Semilla maestra
Alejándonos un poco del barullo, pero no mucho, hicimos rueda con tres docentes que desarrollan su tarea en escuelas primarias rurales, en el Uruguay profundo. “La semilla nos permite desarrollar muchos contenidos de nuestro programa. La semilla nos ha enseñado a nosotros y a nuestros niños a comer”, dicen.
Las semillas, sus guardianas y guardianes, en el campo, las huertas urbanas, las escuelas y los laboratorios se fortalecieron en este Encuentro.
Reafirmamos que existen. Que resisten. Que son más que germoplasma. Que nos pertenecen. Y, sobre todo, que les pertenecemos.