La Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Sociales y Ambientales [1] llevó adelante su IX Encuentro y Asamblea, del 4 al 10 de agosto en Chachimbiro (Ecuador). Participaron mujeres de Perú, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Chile, Colombia, e invitadas de Honduras, Brasil, Venezuela, Argentina y México.
A lo largo del encuentro llevaron adelante instancias de formación, en este caso con la presencia destacada de la socióloga y activista mexicana Raquel Gutiérrez, para luego compartir experiencias entre las defensoras. En el espacio asambleario se analizaron los contextos políticos de cada país y el papel de las mujeres en las luchas por las autonomías territoriales, con especial énfasis en identificar cómo, “en este giro a la derecha en América Latina, los gobiernos llevan adelante las mismas formas de entrar a los territorios (con militarización, estigmatización y violencia hacia las comunidades)”, dijo a Radio Mundo Real, Daniela Rojas del Área Agua y Apoyo a Mujeres de CENSAT Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia.
Rojas es parte de la Red y recordó a RMR que este espacio surge y adquiere su identidad aunando a diversas organizaciones que llevan adelante una “lucha radical contra la minería” en sus territorios.
El concepto de «Cuerpo-territorio» está presente en estas defensoras ecofeministas y, para hacer más visibles las afectaciones que sufren en sus cuerpos y en los territorios que habitan y defienden, han lanzado recientemente la campaña REXISTIR: tejiendo cuerpos-territorios [2].
En esta iniciativa de la Red han identificado una serie de violencias hacia las defensoras que se oponen a actividades extractivas y contra su cuerpo-territorio, como estigmatización y violencia psicológica, criminalización, violencia física y sexual, femicidios. En cuanto a “las violencias que sufre el territorio-tierra, es decir, los lugares que defendemos, identificamos la vulneración de los derechos de la naturaleza, el despojo de nuestros territorios, la vulneración de nuestra soberanía alimentaria y la militarización”, enumera Rojas.
¿Cómo hacer frente a estas violencias?
“El primer paso es juntarnos: nosotras somos mucho más fuertes desde que estamos juntas –dice la integrante de CENSAT-. Por eso somos una red de mujeres, que nos articulamos y visibilizamos la especificidad de ser defensoras en contextos de extractivismo”.
También se desarrollan iniciativas autónomas propuestas por las defensoras, como la recuperación de semillas nativas, manejo comunitario del territorio y monitoreos comunitarios del agua, alternativas para lograr independencia económica y hacer frente a los argumentos económicos que utilizan los proyectos extractivos.
Como retos, la Red se plantea: potenciar la voz de las mujeres sobre todo en contextos de extracción minera; fortalecer a las defensoras en escenarios adversos a las luchas por el territorio y el ambiente, pero también en sus luchas anti-patriarcales, anticoloniales y anticapitalistas; articular nuestras luchas en torno a lo ambiental (que suelen darse en territorios rurales o periféricos) con la lucha de las mujeres en las ciudades (como el reciente ejemplo de la “marea verde” en la lucha por el aborto y otros derechos sexuales y reproductivos) y visibilizar alternativas al modelo impuesto e intercambiar diálogo de saberes con experiencias de acción autónomas y alternativas a las ideas de progreso y desarrollo impuestos.