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Marianela Mejía Solórzano (OFRANEH): «Nos llaman ‘invasores’ de nuestras propias tierras»

El 3 de marzo fueron detenidas las integrantes de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh) Marianela Mejía Solórzano y su hermana Jennifer. Ambas son parte de los 32 miembros de Ofraneh sobre los que pesan órdenes de captura, acusados por supuestas “usurpaciones” de tierras a la empresa de Bienes y Raíces Juca SRL que quieren desarrollar proyectos inmobiliarios sobre territorios ancestrales.

La detención se produjo un día antes de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos mantuviera una audiencia de seguimiento a una sentencia que emitió cinco años atrás en la que responsabiliza al Estado hondureño por la “violación del derecho a la propiedad colectiva, en perjuicio de la Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miembros”.

Durante la detención policial, la coordinación de Ofraneh temió que las hermanas Mejía Solórzano fueran secuestradas y desaparecidas, como ocurrió en julio pasado con Sneider Centeno y otros tres jóvenes en Triunfo de la Cruz [1]. Al prender un alerta internacional se logró dar visibilidad a esta detención y las hermanas fueron liberadas unos días después, pero sufriendo el procesamiento judicial, a pesar de que el Ministerio Público no presentó pruebas que demostraran la acusación.

El juez Camilo Peralta procesó a Jennifer y Marianela Solórzano, acusadas de provocar “desplazamientos forzados” contra empresarios miembros de Juca SRL que ocupan tierras comunitarias ancestrales garífunas. Hoy ambas cumplen medidas cautelares alternativas a la prisión preventiva y no pueden salir del país.

Desde la comunidad internacional, a través de mecanismos de solidaridad como Soliresp -integrado por Amigos de la Tierra Internacional, Jubileo Sur Américas y La Vía Campesina, entre otras organizaciones, movimientos y articulaciones regionales-, manifestaron su apoyo a las hermanas Mejía y a la Ofraneh, y exigieron frenar la criminalización de las defensoras de tierras y territorios [2].

Radio Mundo Real entrevistó a Marianela Solórzano. Esta mujer garífuna de 31 años vive en la ciudad de Trujillo, Colón, es coordinadora del grupo LGBT y defensora de derechos humanos por parte de la OFRANEH.

«Están encerrando a las personas que se preocupan por la vida, por la naturaleza, por el agua para dárselo a las próximas generaciones, a nuestros hijos y nuestros nietos, para que tengan un espacio donde crecer, donde construir, donde vivir dignamente» – Marianela Mejía Solórzano (OFRANEH).

En este diálogo, Marianela recordó cómo y cuándo comenzó su vínculo con la Ofraneh y por qué es necesario defender el planeta hoy. También reconstruyó cómo fue su detención y la de su hermana Jennifer, el temor que sintieron de ser secuestradas y desaparecidas por la Policía Nacional, y la esperanza que guardan de ser absueltas ante la paradójica acusación que pesa sobre ambas.

“Yo comencé en la Ofraneh a raíz de mis problemas económicos por la pandemia del COVID-19. Yo tenía una pequeña imprenta y, con lo de la pandemia, todo se vino abajo. Ya no había mucho movimiento. Tengo un hijo de siete años, tengo mi pareja. Y las cosas estaban yendo muy mal. Entonces, me di cuenta que Ofraneh estaba creando un centro de acopio en Trujillo, que estaban ayudando a las madres solteras y, como es mi caso, a las parejas lgbt, que tenían problemas por lo de la pandemia. Hasta entonces nunca había tenido curiosidad de saber o ver qué era lo que hacía la organización por las comunidades garífunas, por las comunidades lgbt. Cuando me acerqué y vi lo que hacían, pues, uau, me enamoré. Me dije: ‘Esto era lo que hacía tiempo estaba esperando’. Esto es lo que yo siempre soñé: que hubiera alguien que nos apoyara, alguien que se preocupara por la defensa de los territorios ancestrales, que hubiera una organización que pensara en las familias y en las personas lgbt. Muchos de los compañeros que están en la organización, a algunos los habían echado de sus casas cuando se dieron cuenta de su sexualidad, algunos de los compañeros trans son muy criminalizados, son muy rechazados, son muy perseguidos, entonces ellos estaban pasando por una situación difícil. Entonces, la organización creó lo que son las sedes, donde viven mis compañeros lgbt y trans que no tenían dónde vivir, y les proveen alimentación, capacitaciones, lo básico en cuanto a higiene y un espacio seguro donde puedan estar, donde nadie discrimine, donde nadie rechace, donde nadie haga bullying, donde nos sentimos que estamos en nuestro verdadero hogar, en confianza”.

RMR: Es muy interesante y necesario visibilizar la presencia de las personas lgbt en las organizaciones sociales e incluir la defensa de la orientación sexual y la identidad de género como parte de la defensa de los derechos humanos y la defensa del territorio y del acceso a la tierra.

MM: Así es. Como le repito, excepto Ofraneh, aquí en Trujillo ninguna organización se había acercado a ver la vulnerabilidad de la comunidad lgbt y pensar en hacer algo por cada uno de nosotros. Y también, desde la defensa de los territorios, siempre nos han dejado al margen como comunidad garífuna. Siempre le han dado la prioridad a los extranjeros, sabiendo que, como personas nativas, como garífunas, somos nosotros quienes tenemos un título ancestral, con una antigüedad del año 1901, otorgado por el presidente de aquel entonces, Manuel Bonilla. Y no es posible que ahora vengan a darle preferencia a títulos que no tienen nada que ver. La Alcaldía y el Registro de la Propiedad se prestan para extender documentos a extranjeros, sabiendo que dentro de la Constitución de la República hay unos artículos donde habla que 40 kilómetros del mar hacia adentro no pueden ser ocupados por personas extranjeras.

 

Sobre Marianela y Jennifer Mejía y otros 30 miembros de la comundidad garífuna en Trujillo pesan órdenes de captura por supuesta «usurpación» y «robo con violencia». Además, las defensoras fueron acusadas por el delito de «desplazamiento forzado» contra miembros de Juca SRL.

Según explica el periodista Giorgio Trucchi, la empresa Juca acusa a integrantes de Ofraneh de haber “invadido” unos lotes [3] (donde ahora funciona un residencial) de un terreno adquirido en el año 1994 por la ciudadana alemana (ya fallecida) Berke Lamberty Carrol Campbell, transferido luego a la empresa que ella misma creó. Ese terreno es parte de las siete mil hectáreas de territorio ancestral garífuna que los presidentes Luis Bográn y Manuel Bonilla otorgaron a los garífunas entre 1887 y 1901.

Pese a que la legislación nacional y los convenios internacionales ratificados por Honduras prohíben la compraventa de tierras dentro de un título comunitario, en 1978 el alcalde de Trujillo le dio el dominio pleno sobre parte de este terreno ancestral al síndico municipal y éste lo trasladó a un ciudadano estadounidense, que luego lo vendió a Carrol Campbell y Bienes y Raíces Juca, que lo subdividieron en lotes para la venta.

 

RMR: ¿En qué contexto se produjo tu detención y la de tu hermana?

MM: Acabo de ser criminalizada, perseguida, encarcelada con mi hermana Jennifer Mejía por defender nuestras tierras. Todavía no tenemos una libertad definitiva, tenemos que estar firmando cada 15 días porque tenemos medidas cautelares y no podemos salir del país. Pero al menos tenemos el calor de la familia, podemos estar con nuestros hijos, con nuestra familia, en lugar de estar en prisión, en un lugar que no sabemos cómo va a estar la alimentación, no vamos a tener la misma libertad de expresarnos, de compartir ni de trabajar.

RMR: ¿Cómo y dónde fue la detención de ustedes? ¿Cómo pasaron esas horas hasta saber dónde estaban detenidas?

MM: Mi hermana estaba trabajando en un proyecto de construcción de viviendas para personas de la comunidad garífuna en Guadalupe (Colón), como a unos 30 minutos de Trujillo. Cuando ella venía de regreso había un retén, en un lugar donde nunca habían puesto retenes pero, precisamente, como sabían que ella había agarrado para ese lado de allá, de esa manera fue que ellos capturaron a mi hermana pidiéndole su documento de identidad. Cuando ella fue capturada, como ella tiene derecho a una llamada, me llama a mí y yo llamé a su vez a la lideresa Miriam Miranda y le expliqué lo que está pasando con mi hermana. Miriam me dijo: “Hay que ir a apoyar, a ver qué está sucediendo”. Lo raro es que, habíamos como cinco personas y solo a mí me pidieron el documento de identidad. Yo digo que esto ya era un plan que ellos tenían para detenernos.

RMR: ¿Sospechan que ya venían siguiendo sus actividades?

MM: Exactamente. Entonces, cuando yo doy mi identidad y me dicen: “Usted también siéntese, porque usted también tiene orden de captura”. En ese momento yo digo: “¿De qué se me acusa?” y ellos no quieren dar información. Entonces inmediatamente doy la alerta: la llamo nuevamente a Miriam y le digo “Me acaban de detener y me dicen que yo también tengo orden de captura”. Entonces ella viene y llama a los demás compañeros de la lucha, a quienes puedan presentarse a apoyar, a señoras mayores que conocen nuestra trayectoria. La orden de captura es para 32 personas de Ofraneh. Nos están acusando de que nosotras somos las líderes de la recuperación de tierras… Nos llaman “invasores” de nuestras propias tierras.

Cuando ellos (la policía) ya vieron que más personas se estaban acercando [al lugar de detención], hablaron con su superior y nos dijeron: “Súbanse al carro, vamos a arreglar esta situación. No queremos más problemas, no queremos más personas aquí. Vamos a ir ahorita mismo al juzgado”. Nosotras le respondimos: “¿Al juzgado, a estas horas?”. Eran como las seis o seis y media de la noche; aquí en Trujillo, y casi en todo Honduras, a las cuatro o cinco de la tarde terminan de funcionar las oficinas del Estado. Entonces ahí empezó un poco el temor de nosotras, pero le dijimos a nuestra gente: “Por favor, ayudenos, consigan un carro, vengan detrás de la patrulla”.

Cuando nosotras llegamos al juzgado, la patrulla aceleró de una manera como que nosotros pensábamos y sentíamos como que íbamos a ir a chocar con algún otro vehículo. Ahí empezaron los nervios; ahí es cuando nos dimos cuenta que ellos querían secuestrarnos y desaparecernos, porque no era la manera como ellos tenían que proceder. Aquí en Trujillo nos podían tener en las oficinas de la DPI (Dirección Policial de Investigaciones), en un presidio. ¿Por qué tenían que trasladarnos para otro lado? Los policías nos dijeron que apagáramos el celular. Me puse a orar a nuestros ancestros porque nuestras vidas estaban en peligro, mi hijo no sabía dónde había quedado, mi sobrino andaba con mi hermana en el momento que la detuvieron, el niño estaba nervioso.

Mientras tanto Miriam empezó a difundir la alerta por los medios nacionales e internacionales. Entonces la gente de Tocoa llegó a bloquear el paso para que no fueran a llevarnos para otro lado. Estas cosas, cuando las expreso… todavía me dan nervios, preocupación, inseguridad. Pero de igual manera sigo firme con mi pueblo, con mi organización, firme como mujer, para seguir defendiendo lo nuestro, porque nosotras no somos criminales, nosotras no somos delincuentes. Hay un narcoestado que está siendo requerido por organizaciones internacionales y eso ni en las noticias lo difunden. ¿Por qué no capturan a los verdaderos delincuentes? Están encerrando a las personas que se preocupan por la vida, por la naturaleza, por el agua para dárselo a las próximas generaciones, a nuestros hijos y nuestros nietos, para que tengan un espacio donde crecer, donde construir, donde vivir dignamente.

RMR: Son acusadas de “desplazamiento forzado”, aunque es la propia comunidad garífuna la que sufre este desplazamiento y despojo. ¿Qué piensas de esta acusación?

MM: Gracias a mis padres, que nos han dado una buena crianza, la comunidad aquí nos conoce. Mi hermana hace más de 19 años que es maestra de educación primaria, yo estoy cursando una licenciatura en Administración de Empresas, tengo mi pequeño negocio que estoy luchando por recuperar. Entonces, las personas nos conocen y saben que no somos “desplazadores” de extranjeros, que estamos defendiendo lo nuestro. Tal vez pensaron que [al acusarnos] nos iba a afectar, que la gente nos iba a señalar, pero más bien ha unido más a mi pueblo garífuna: han estado pendiente de nuestra seguridad, han estado preguntando cómo estamos, y la Ofraneh también ha estado muy pendiente de nosotras.

Si nosotros recuperamos nuestras tierras y sembramos vamos a poder, por lo menos, cuidar nuestras comunidades garífunas.

RMR: En este año de estar involucrada en Ofraneh, ¿cómo se siente ser defensora del territorio?

MM: Para mí es lo mejor. Nunca pensé que iba a estar en una organización, que iba a tener el apoyo de mi gente, y ahora me siento con más deseos de seguir adelante. Hay gente que me ha llamado de otros lados y me ha dicho que me salga. Pero yo les respondo: “Si no se hace hoy, ¿cuándo se va a hacer? Si no defendemos hoy, ¿qué va a ser mañana? Si no cuidamos nuestros recursos naturales hoy, si no cuidamos nuestro planeta hoy, ¿qué va a ser de nosotros mañana?”. Es más, te invito, invito a todos a luchar, porque es el único planeta que podemos habitar y la solución no es migrar porque las cosas en esos países también están difíciles. Si nosotros recuperamos nuestras tierras y sembramos vamos a poder, por lo menos, cuidar nuestras comunidades garífunas.

RMR: ¿Y cómo están haciendo eso?

MM: Si hay un lote de tierra ancestral que está sucio, la organización lo reparte entre las personas que no tienen terreno o que no tienen trabajo. Lo empezamos a limpiar, se reparte a cada uno, la organización nos da semillas y nos enseña lo que es el abono orgánico para mantener esos cultivos. Ahora yo ya coseché un poco de maíz y compartí con mi grupo lgbt, con las personas más cercanas; no tenemos la cantidad de tierra como para producir para vender, pero nos da para subsistir con nuestras familias y vecinos. Compartimos lo que producimos con otras “recuperaciones” y así vamos creciendo poco a poco.

RMR: ¿Cómo resisten el avance de proyectos extractivistas de agronegocios o inmobiliarios o de comercio como las ZEDE?

MM: La compra ilegal de tierras y la presencia ilegal de extranjeros se da desde hace mucho tiempo. Se están queriendo quedar con nuestras tierras, con nuestras costumbres, nuestras tradiciones. Primero llegan, se hacen pasar por amigos, te dicen: “Prestame o alquilame un pedazo de tierra, que yo solo quiero cultivar un poco de esto o aquello”, y ya después obtienen a espaldas de uno los documentos donde las autoridades municipales -como el Registro a la Propiedad- les autorizan la compra del terreno. Por eso es que a muchas personas después las desaparecen, las matan, las secuestran: para que no quede evidencia de que eran los legítimos dueños de las tierras.

No vamos a permitir que estén violentando nuestros derechos. Entre más garífunas maestros, ingenieros, administradores de empresas, ingenieros agrónomos seamos, más vamos a poder tener nuestras propias empresas, darle empleo a nuestra gente y cuidar lo poco que nos queda. Éste es nuestro único planeta para poder vivir y necesitamos hoy actuar porque mañana no sabemos qué va a pasar. Le pedimos a las organizaciones internacionales que sigan apoyándonos y recordarles que desde Ofraneh estamos pidiendo el regreso de nuestros compañeros de Triunfo de la Cruz [4]; el gobierno no nos ha dado respuesta, y decimos que así como vivos se los llevaron, vivos los queremos. Está la familia, están los hijos, está toda una comunidad esperando por ellos.