El Movimiento de Afectados y Afectadas por Represas en Brasil (MAB, por sus siglas en portugués) conmemora sus 30 años de existencia [1] desde marzo y durante todo el año con una serie de actividades virtuales [2]. Se toma como fecha fundacional el 14 de Marzo, Día Internacional de Acción por los Ríos y de lucha contra las Represas.
Para conocer en detalle cómo funciona este movimiento popular entrevistamos a Tatiane Paulino de la Coordinación Nacional del MAB en Río Grande do Sul.
El MAB es una suerte de red territorial: 140 personas integran la Coordinación Nacional constituida equitativamente entre hombres y mujeres, y los grupos se conectan unos a otros a través de coordinaciones provinciales, regionales y locales. El MAB está organizado en 21 estados de Brasil.
El trabajo con las bases garantiza un acompañamiento cercano para las personas que han sido afectadas por proyectos de represas (ya sea de hidroeléctricas o minerías) o que viven en zonas plausibles de ser afectadas por proyectos extractivistas.
Hablamos con Tatiane sobre las luchas por un modelo energético justo y popular, la perspectiva feminista del MAB y acciones como la construcción de la memoria de afectadas por represas a través del bordado de arpilleras. En estas telas “las mujeres sistematizan sus procesos de organización, sus sueños, sus resistencias
¿Cómo hay pobreza energética en un país que produce energía?
“Nosotros queremos discutir alternativas al actual modelo energético”, dijo Paulino. Si bien se podría decir que Brasil es un país con «soberanía energética», al producir el 64 % de la energía con fuentes hidroeléctricas, seguida de las energías termoeléctricas (gas natural, carbón mineral, combustibles fósiles, biomasa y combustible nuclear) con un 22 % [3] (el resto proviene de las plantas de energía eólica y de la importación de energía de otros países), esto no necesariamente garantiza el acceso de toda la población a la energía eléctrica. Más bien lo contrario: en Brasil “la gente no tiene acceso a energía porque no logra pagar las tarifas, cuyo valor está dolarizado”, explicó Tatiane.
MAB: construcción política e ideológica a partir de organización colectiva
Además de luchar contra la instalación de megaproyectos extractivistas es necesario un proyecto energético popular que lucha contra la privatización de la energía. Para construirlo, el MAB articula con otros movimientos campesinos, sindicatos petroleros, estudiantes, feminismos populares.
“Nosotros queremos quedarnos en nuestros territorios, produciendo y comiendo nuestros alimentos, pero estos proyectos genocidas matan peces, matan ríos, matan los bosques y matan de hambre a la gente”, dijo Tatiane Paulino.
“Desde los años 90, las empresas transnacionales son dueñas de las represas y se llevan la riqueza para sus países de origen, como el ejemplo de Vale S. A., responsable de los proyectos mineros en las ciudades de Mariana y Brumadinho [4]”, recordó la entrevistada.
A su vez, el MAB construye movimiento a nivel continental, apostando al crecimiento del Movimiento de Afectados por Represas de Latinoamérica (MAR) integrado por 22 países (incluido Estados Unidos y Canadá) como informamos cuando tuvo lugar el encuentro que mantuvieron en Panamá en 2019 [5].