La historia de Haití es de sucesivos golpes de Estado, intervenciones militares extranjeras, sistemáticas crisis sociales, políticas, sanitarias y económicas. Pero es también la historia de un pueblo en lucha y resistencia constante. Las noticias de las últimas semanas que llegan desde la isla hablan de una crisis institucional, un nuevo brote de cólera, desabastecimiento de combustible, precios desorbitantes y de una gran disconformidad con el gobierno de Ariel Henry.
El primer ministro fue nombrado algunos días antes del asesinato del entonces presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021. El magnicidio también condujo a un aumento de la violencia. Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe [1] lo denunció [2] en su momento.
La enorme desigualdad en Haití arrastra a la mayoría de la población a vivir con sus derechos más básicos vulnerados. Según datos del Banco Mundial, el 60 por ciento de la población vive por debajo de la línea de la pobreza, esto significan 6,3 millones de personas. En tanto, los beneficios económicos de unos pocos son escandalosos. No sorprende que haya entonces una sociedad haitiana organizada en las calles luchando por una vida diga. En este podcast [3] recorrimos una de las injusticias históricas que existen en Haití, el acaparamiento de tierras.
Por supuesto que ante este escenario de violencia y desde una perspectiva sumamente imperialista, los intentos de una intervención militar extranjera en el país no se hicieron esperar, solicitados incluso por el mismo Henry. Tampoco demoró en llegar la solidaridad internacionalista en apoyo al pueblo haitiano y en defensa de su soberanía, por parte de organizaciones y movimientos sociales de distintas regiones del Sur global. Tal fue el caso de la Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo [4] en articulación con la Asamblea de los Pueblos del Caribe y la Asamblea Internacional de los Pueblos [5].
Radio Mundo Real conversó sobre estos temas con Aldrin Calixte, para entender, desde adentro, cuál es la situación actual en su tierra.
Las crisis nunca responden a una única causa, siempre son multidimensionales, pero existen factores que las precipitan o agudizan. En el caso de Haití, según contó el activista haitiano, “la situación actual fue desencadenada por una serie de situaciones, pero sobre todo por la decisión del gobierno de Ariel Henry de aumentar por segunda vez los precios de los combustibles, en menos de un año. Desde entonces, ha sido un desastre total”.
Una de las principales causas, a la vez que consecuencia de la actual crisis, es la paralización de los servicios básicos y las estructuras del Estado. Al respecto Calixte dijo: “esto ha contribuido al deterioro de las condiciones de vida de la población. En cuanto a la salud, es la misma situación. Los hospitales, que ya estaban mal mantenidos, están casi paralizados en sus servicios. Porque, con la escasez de combustible, muchos de esos servicios no funcionan. También hay que sumar la reaparición del cólera en el país”.
En octubre de este año Estados Unidos, con el apoyo de Canadá, presentó ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) una resolución en la que pidió el “despliegue inmediato de una fuerza multinacional de acción rápida” en Haití. Estados Unidos tiene una gran experiencia en ocupación de territorios, y de hecho estuvo instalado en Haití durante dos décadas (1915 a 1934). Las consecuencias de la ocupación de Haití por parte de ejércitos extranjeros [6], bajo el amparo de ONU, han sido nefastas, con violaciones de derechos humanos [7] de la población local, además de la narrativa colonial y racista que trae consigo cualquier tipo de intervención que el Norte “entienda buena” para el Sur.
Por eso, Aldrin Calixte no duda: “como la mayoría de la población haitiana, estamos en contra de una intervención militar en Haití”. Sobre la resistencia de su pueblo a un contexto tan hostil para la vida, el activista contó: “el pueblo haitiano, a través de estructuras organizadas o no organizadas de la sociedad, rápidamente tomó las calles para obligar a las autoridades a reconsiderar su decisión. Sin embargo, no se hizo nada. Sus demandas no fueron escuchadas. Exigen la renuncia del gobierno y la baja de los precios de la gasolina. Pero, nada se ha hecho hasta ahora. Y la vida se vuelve mucho más difícil”.
Los dos últimos meses han sido los más agitados en Haití y si bien en los últimos días se han restablecido algunos servicios, la crisis alimentaria, sanitaria y política aún no está ni cerca de cesar. Sobre los horizontes Calixte dijo: “varias propuestas están sobre la mesa (…) por el momento, continúan las negociaciones con miras a encontrar una solución haitiana”.