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El pueblo asiático contra el libre comercio: “la sociedad se quedó traumatizada por las deudas”

Geum-Soon Yoon, de la Asociación de Mujeres Campesinas de Corea, habló en entrevista con Capire sobre los acuerdos de libre comercio en la región. La entrevista puede ser escuchada en coreano [1] o leída en inglés, español, francés y portugués. Aquí compartimos la versión en español [2].

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El 10 de septiembre es un día de lucha de La Vía Campesina contra el libre comercio. Esta fecha celebra la valentía militante de un acto político extremo, cuando el militante surcoreano Lee Kyung Hae se quitó la vida durante una movilización contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Cancún, México, en 2003. Lee fue un campesino que, como muchos, fue profundamente afectado por las políticas comerciales de su país, Corea del Sur. La importación de alimentos y la introducción de la agricultura en los tratados de libre comercio afectan directamente la vida de los campesinos, destruyendo las condiciones para sostener la producción campesina y vivir de ella, al tiempo que benefician a las grandes empresas transnacionales del sector. Por eso, en este 10 de septiembre, la Vía Campesina denuncia: ¡el libre comercio trae deuda, pobreza, hambre y muerte! La organización llama a todas y todos a la lucha permanente contra el libre comercio y la construcción del comercio solidario ya.

#BastaDeTLCs ☠️#OMCmata☠️
#NoHayFuturoSinSoberaníaAlimentaria
#LaViaCampesina 📢🌿👩‍🌾 #10Set

Comunicado de prensa: Día Internacional de Acción Solidaria contra la OMC y los Tratados de Libre Comercio [3]

Para conocer los análisis de las mujeres campesinas sobre los impactos del libre comercio y los desafíos actuales de esta lucha, Capire entrevistó a Geum-Soon Yoon, integrante de la Asociación de Mujeres Campesinas de Corea [Korean Women Peasants Association – KWPA] y de La Vía Campesina.

Yoon vive en Seongju, Corea del Sur, donde cultiva melón, verduras y frijoles. Desde la década de 1980 ha dedicado su vida a la organización de las mujeres campesinas y a la lucha por la paz y la unificación en la península de Corea.

Yoon detalla los efectos del libre comercio en la agricultura campesina desde la realidad coreana, y advirtió sobre las trampas y peligros de la nueva generación de acuerdos, especialmente los tribunales de “resolución de disputas entre inversores y Estado” (Investor-state dispute settlement – ISDS). Esta entrevista fue realizada en español y coreano, lo cual solo fue posible por la traducción de Jung Eun Lee.

La lucha contra el libre comercio ha sido estratégica para los movimientos sociales y particularmente para La Vía Campesina, que incluso construyó la propuesta de soberanía alimentaria como contraposición al modelo capitalista del libre comercio para la agricultura. ¿Podríamos empezar esta entrevista recuperando los motivos por los cuales LVC lucha contra los tratados de libre comercio y la OMC?

–Nos concientizamos de la problematización de los tratados de libre comercio (TLC) cuando tuvimos un acuerdo con Chile a principios de 2000. Sabíamos que eso iba a traer muchos problemas para nuestros campesinos y agricultores, más que a otros sectores, porque el objetivo, en el caso de Corea del Sur, era poder exportar más la producción industrial. Así, los campesinos empezaron a reconocer el posible problema y, enseguida, supieron que iba a venir el tratado con Estados Unidos, aún más peligroso para la vida y la producción de las y los campesinos coreanos.

A partir de los 2000 y del tratado con Chile, el gobierno siguió ampliando los TLC con otros países. Hasta hoy tenemos más de 50 tratados de libre comercio, muchísimos en comparación con otros países. En ese contexto, venimos teniendo muchos impactos en nuestras vidas y nuestro trabajo. Primero, los precios de los productos agrícolas no son independientes, sino que dependen de precios del exterior. Bajaron mucho los precios de productos agrícolas lo cual nos obligó a cambiar nuestras formas de producción. Corea del Sur es un terreno chiquito y tenía que ampliar la escala de producción para tener más competitividad. Perdimos las semillas y los semilleros. Entonces todos los insumos y las semillas ya están en mano de las empresas extranjeras. Las mujeres campesinas, frente a esta situación muy cambiada, teníamos que adaptarnos mucho para sobrevivir. Tenemos la soberanía alimentaria en riesgo.

Las mujeres y hombres campesinos a veces tienen que tener el segundo o tercer trabajo para poder sostener la vida, lo que puso en riesgo la vida rural. Muchos tuvieron que abandonar el campo porque no podían sostener la vida. Después, como ya no hay tantas personas en el campo, últimamente los propietarios agrícolas tienen que contratar trabajadores extranjeros y eso genera otro tipo de problema en tema de producción. En el contexto del covid-19, ya no pudieron tampoco traer extranjeros para la producción agrícola, entonces tuvieron problemas de producción debido a la dependencia. Son miles de dificultades que enfrentamos después de todo este proceso.

En Corea del Sur, tenemos una población muy baja de mujeres en el campo, porque las mujeres campesinas se van. Sucedió esto porque el trabajo es doblemente duro para ellas, porque tienen que trabajar en casa y también en la finca. Y, después, no tienen tanto derecho para opinar sobre asuntos domésticos y de trabajo por nuestra cultura tradicional.

¿Cuáles son los impactos de los tratados de libre comercio en el contexto de la COVID-19?

–Ya tuvimos muchos impactos del libre comercio en campo en la región, y eso ya había transformado la forma de producción y forma de vida de la gente en el campo. Pero después del covid-19, hay mucho menos importaciones y menos influjo de mano de obra extranjera. Entonces, de alguna manera, el precio de mercado se quedó bastante estable porque no ingresan masivamente productos de afuera. Pero, al mismo tiempo, no hay tanta posibilidad de tener más mano de obra de otra fuente. Ahí se generó un salto grande del precio de producción, porque el precio de la mano de obra se duplicó. Eso fue como una parte de la dificultad que sufrimos este año y el pasado. De todas formas, lo que sí observamos son muy malos resultados de producción por el cambio climático. El libre comercio permite el libre movimiento de bienes y también la contratación de trabajadores extranjeros . Eso multiplica la demanda y el uso de energía de fuentes fósiles, que termina impactando nuestro clima y medio ambiente con la emisión de gases invernaderos, que afecta a la cultivación y producción agrícola. Es como un círculo vicioso, que genera un problema que desencadena otro.

El libre comercio aceleró la competición, agrandó la brecha entre los ricos y los pobres e intensificó la densidad urbana de la población, lo que también ayuda a la propagación del coronavirus. Eso, por su vez, también amplia la brecha social en la sociedad coreana, porque los que tienen plata y condiciones económicas pueden protegerse.

¿Cuál es el rol del Fondo Monetario Internacional (FMI) en esa crisis?

–Al principio del problema social y económico causado por el covid-19, el FMI recomendaba a los gobiernos que tomaran el plan de apoyo selectivamente. O sea, no es un fondo para todos, sino que seleccionás la población vulnerable y elegís para financiar. Aunque el gobierno surcoreano no tomó eso en su decisión inicial, muchas personas se preguntaron porque el FMI recomendaría esto a los países. No está bueno que el FMI tenga un solo conjunto de directrices para todos los países cuando cada país tiene diferentes contextos y condiciones, y se sienten obligados a tomar esas recomendaciones. Eso afecta a la vida de las personas de los países que no están adecuados como aquellos desarrollados, como Estados Unidos o Estados de Europa.

En el caso particular de Corea del Sur, los jóvenes que no tenían recurso o empleo recibieron el fondo del gobierno, pero también se endeudaron para invertir en bitcoins o en acciones por la desesperación. Es un fenómeno bastante complejo esta fuerte tendencia de inversiones financieras en este periodo en que no estaban altas las tasas de interés. Si los Estados Unidos suben la tasa de interés, el gobierno surcoreano también va a subirla, y en los próximos años, con tasas más altas, los jóvenes van a quedarse endeudados. En el contexto de covid-19, los campesinos también tuvieron que pedir muchos préstamos del gobierno y del banco. Con la tasa de interés que sube, van a quedarse aún más endeudados.

Corea del Sur y otros países de Asia vivieron una época de crisis económicas en 1997. Muchas personas experimentaron un incremento exponencial de su deuda por la variación cambial. Corea del Sur, en especial, experimentó un periodo de reestructuración muy fuerte, porque junto al préstamo del FMI se tomaron medidas neoliberales. La sociedad se quedó traumatizada por las deudas. Las políticas neoliberales se quedaron y siguen vigentes en nuestra economía. Nos extraen todo nuestro trabajo, esfuerzo y energía. Vivida esa experiencia, temo que el FMI aproveche esta catástrofe actual para interferir en la política de los países y quedarse para siempre.

Un acuerdo reciente ha sido la Alianza Integradora Económica Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership – RCEP), que se conforma como uno de los más grandes, a la vez que es un acuerdo que no incluye a los EEUU y la Unión Europea. ¿Hay diferencias entre el RCEP y los acuerdos que involucran EEUU y UE? ¿Qué otros acuerdos se están imponiendo en la región asiática y cuáles los desafíos que traen a los movimientos sociales, sindicales y campesinos de la región?

RCEP es un acuerdo en el que participan diez países del sureste asiático y también Corea del Sur, China, Japón, Australia y Nueva Zelanda. En noviembre de 2012, empezaron a negociar 16 países, pero en noviembre de 2020 lograron un acuerdo completo sin India, que lo abandonó. RCEP no es un TLC común, porque involucra a países de distintas condiciones económicas, que llegaron a tener acuerdo de que los niveles de negocios van a ser graduales y parciales. No va a ser un libre comercio completo.

Es el bloque más grande del mundo hasta ahora, porque incluye un 30% del PIB del mundo. El comercio internacional de estos países es el 28.7% del total global y la población es casi el 30% de todo el planeta. China lideró este bloque, y esto se acompañó con la expansión de bancos asiáticos de inversiones y desarrollo, de que China también es una gran financiadora.

Mientras China impulsaba RCEP, Japón sintió una amenaza y, por eso, impulsó un bloque que se llama Acuerdo de Asociación Transpacífico (Trans-Pacific Partnership – TPP). Enseguida, Estados Unidos tomó el liderazgo en el avance de las negociaciones del TPP, debido a su influencia en la región asiática por la alianza con Japón. Eso es una disputa en la región entre China y Estados Unidos. El proyecto de TPP se inició durante el gobierno de Obama y después fue abandonado por Trump, debido a su propuesta más nacionalista y proteccionista.

Sin Estados Unidos, en 2018 Japón continuó las negociaciones y finalmente terminó firmando el Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership – CPTPP), que no acepta ninguna excepción -en agricultura, por ejemplo, se tiene que hacer todo sin ningún arancel en ningún sector. Es bastante diferente de RCEP, que busca una apertura más gradual, teniendo en cuenta la ampliación de empleos y los beneficios en cada país y resaltando la importancia de regulaciones y control en el sistema de comercio internacional. Aún acerca de CPTPP, un asunto muy preocupante para el pueblo coreano fue lo que se llama el tribunal de “solución de controversias entre inversores y Estados” [ISDS por la sigla en inglés], que significa que los inversores, directamente, pueden hacer juicio contra Estados que están dentro del mismo bloque.

En el día en que se firma el CPTPP, Estados Unidos anunciaron su estrategia “Indopacífico libre y abierto” (Free and Open Indo-Pacific Strategy). En este informe, describe la estrategia general de relaciones diplomáticas y económicas con los países de esa región asiática con Estados Unidos y Australia. Hablan sobre proteger de ciberataques, sobre restricciones regionales para aviación y seguridad marítima, y sobre posibles amenazas generadas por China. Muchos analizan que, a través del RCEP, China también muestra su poder y liderazgo. Esto es parte del “soft power” que China ya venía mostrando al mundo, que es diferente de las formas de negociar usadas hace muchas décadas.

A pesar de que todos los países sufrieron esa crisis de 2008, China ha mantenido un crecimiento bastante impresionante, sin estancamiento. El pronóstico es que, hasta 2030, China llegará a ser la primera economía del mundo con su producción industrial, el avance tecnológico y militar. Para mantener su posición en el mundo, Estados Unidos sigue explorando diferentes posibilidades para tener más alianzas, mientras China también hace este proceso en la región.

En el pueblo donde vivo, en el sureste de Corea del Sur, Estados Unidos implementó en 2017 una base de un sistema del ejército llamado Terminal de Defensa de Área a Gran Altitud (Terminal High Altitude Area Defense – THAAD), con capacidad de derribar misiles de alcance corto y mediano, para tener un control contra China. Lo digo para dar un pantallazo de estos movimientos militares en la región. Muchas mujeres campesinas lucharon y luchan hasta hoy contra esta decisión y este sistema militar.

Las estrategias de las corporaciones transnacionales para el libre comercio se han diversificado, como vemos en su exposición sobre la realidad de Asia. A la vez, la captura corporativa de las Naciones Unidas avanzó muchísimo, como se evidenció en la Cumbre de los Sistemas Alimentarios. Desde la experiencia en la región, ¿cuáles son las apuestas políticas para frenar el poder corporativo y el libre comercio? ¿Cuál es el centro de la acción política para ese 10 de septiembre?

Hace 20 años, el entonces presidente de Corea del Sur Roh Moo-hyun dijo algo muy significativo: que el poder parece haber traspasado al mercado. Pero pienso que necesitamos un poder que pueda ganar del mercado. Necesitamos un poder que no se tiembla por las empresas transnacionales. Ese poder tiene que ser organizado y politizado, estar consciente y ganar la esfera e influencia política. Para esto, se necesitan alianzas internacionales, formación y politización en base del poder popular. Lo más importante de todo es que la gente no puede estar dependiente de las empresas transnacionales. La agroecología que estamos planteando es una alternativa, porque a través de la práctica podemos construir una forma de vida diferente y con más autonomía.

Para el 10 de septiembre, desde La Vía Campesina tenemos en marcha una campaña para priorizar la salud ante la ganancia. En esa campaña, tenemos otras dos frases: que “el libre comercio trae deuda, pobreza, hambre y muerte”, y que necesitamos un “comercio solidario ya”. Planteamos el comercio solidario como algo muy importante para nosotros y nosotras.

Por último, nos gustaría traer un homenaje al valeroso compañero Lee Kyung Hae. ¿Puedes decirnos algunas palabras en memoria de él?

–Lo que pasó en 2003 en Cancún es una memoria histórica del movimiento campesino. Nuestro compañero Lee Kyung Hae se sacrificó con honor. Es una historia muy triste para nosotros, pero al mismo tiempo creo que su acto, su decisión, su sacrificio levantaron mucha conciencia, valentía y esperanza a los campesinos del mundo. A partir de ese hecho, las y los campesinos pudieron levantarse y tener más coraje para seguir luchando contra las políticas neoliberales. Lee Kyung Hae nos dejó más fuerza para seguir luchando y resistiendo. Queremos realmente anunciar el fin de este sistema neoliberal ficticio y no sostenible. Queremos buscar una alternativa, un mundo donde todos los seres puedan vivir más sanos y felices. Queremos un mundo nuevo y vamos a seguir luchando como forma de recordar a nuestro compañero.