«Guardianas de la tierra, la vida, las semillas y el amor»: así se presenta la Asamblea de Mujeres Rurales del África Meridional, un movimiento que cuenta con más de 100.000 integrantes de Sudáfrica, Mozambique, Malawi, Lesotho, Namibia, Swazilandia, Mauritania, Zambia y Zimbabwe.
La Asamblea de Mujeres Rurales se creó en la Universidad Wits de Johanesburgo en 2009 y reúne a las mujeres rurales en su gran diversidad (agricultoras en pequeña escala, trabajadoras agrícolas, campesinas, mujeres pobres sin tierra, pescadoras, indígenas, cuidadoras, personas con discapacidad, comerciantes transfronterizas y personas LGBTIQ de África meridional, jóvenes y mayores).
«Como Asamblea construimos una metodología feminista que intenta desafiar el patriarcado», dice la coordinadora regional Mercia Andrews, en entrevista con Radio Mundo Real para el Boletín Nyéléni, en este número especial que aborda cómo los movimientos sociales que luchan por la Soberanía Alimentaria pueden enfrentar el avance de sectores conservadores y fascistas.
En especial, la Asamblea de Mujeres Rurales defiende “el derecho a decir NO”. Es parte de una Campaña con este lema y suma fuerzas con otras organizaciones campesinas y obreras para frenar proyectos extractivistas, como hicieron en una comunidad sudafricana, al llevar un caso de litigio estratégico ante la Justicia para detener el proyecto de una minera que pretendía instalarse en una tierra comunal. La comunidad se organizó, acudió a los tribunales y ganó el derecho a conservar esta tierra y decidir la forma como querían cultivar, la forma como querían vivir allí y mantener la integridad de ese territorio.
«Vemos en toda la región no sólo regímenes represivos, sino también autoridades tradicionales [que suelen ser señores], que controlan territorios y toman decisiones que quitan el sustento a la gente, introduciendo la agricultura por contrato, la minería, las exploraciones y demás. Es importante que las organizaciones, los movimientos campesinos, los movimientos de agricultores resistan este nivel de violación de sus derechos, este nivel en el que la gente está siendo desplazada. La Asamblea de Mujeres Rurales en muchos casos se une a los movimientos de agricultores, a los movimientos campesinos y nos hemos unido a campañas que dicen que tenemos derecho a decir NO. Tenemos el derecho de determinar qué tipo de desarrollo debe existir en estas áreas, tenemos el derecho de decir NO a la minería, tenemos el derecho de decir NO a la agroindustria, tenemos el derecho de decir NO a la forma en que se están talando los bosques y cómo se están contaminando los océanos. Así que esta es una de las campañas de las que la Asamblea de Mujeres Rurales en África meridional es parte”, detalló Andrews.
A diferencia de lo que sucede actualmente en América Latina o en Asia con el reciente surgimiento de regímenes neofascistas o de partidos o gobiernos de extrema derecha, Andrews destacó que:
«Lo que tenemos en África Meridional son gobiernos dictatoriales que han estado en el poder durante mucho tiempo. Si observamos Zimbabwe o Namibia con ejemplos de estados poscoloniales donde los regímenes o los partidos políticos que habían traído la liberación, que lucharon contra el Apartheid, han llegado al poder. Y en muchos estados de la región estos gobiernos han permanecido en el poder, como el ZANU-PF en Zimbabwe o SWAPO en Namibia, gobiernos de corte nacionalista. Sudáfrica y Mauritius, son excepciones. En estos dos países, y en Sudáfrica en particular, hay movimientos sociales vibrantes y fuertes, también hay un movimiento obrero que es bastante radical aunque esté en su punto de mira en este momento, pero tenemos historia y una tradición de resistencia, tradición de lucha, tradiciones de levantamientos fuertes. Pero no es el caso en la mayoría de los países de la región».
“Lo que sí vemos por ejemplo ahora es el surgimiento de grupos de milicias del fundamentalismo islámico, como Al-Shabaab, en el norte de Mozambique, y en otros focos de África meridional e incluso de África occidental, y los sentimientos de islamofobia que se generan. Más allá de que los movimientos son generalmente débiles, la mayoría de ellos son Estados de un solo partido, incluso cuando hay regímenes de varios partidos, estos son extremadamente débiles».
Por lo tanto, las principales resistencias que da el movimiento feminista de mujeres rurales, dice Mercia, es contra la avanzada patriarcal que supone este tipo de grupos y los gobiernos dictatoriales.
Las acciones de la Asamblea de Mujeres Rurales se centran en la defensa de los bienes comunes, contra la invasión de las multinacionales y la apropiación de tierras y recursos, poniendo a la defensa de la soberanía alimentaria y de las semillas nativas en el centro de sus luchas y campañas.