El 21 de septiembre se conmemora el Día internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles. Fue declarado en 2004 por comunidades rurales reunidas en el interior de Brasil, para denunciar y visibilizar los impactos de los proyectos de plantaciones industriales de árboles que se expandían en sus territorios, y afirmar su determinación de resistir contra las plantaciones y recuperar sus territorios de manos de las empresas.
Junto a Isaac Rojas (co-coordinador Programa Bosques y Biodiversidad Amigos de la Tierra Internacional) trazamos un panorama sobre cuál es la presencia de los monocultivos hoy en la región y en el mundo, por qué se está denunciando que podrían avanzar en forma masiva las plantaciones industriales en el Sur Global, especialmente en África y qué podemos hacer para frenar este avance.
“Son las comunidades las que enfrentan día a día todos los impactos negativos que traen estas plantaciones industriales de árboles, que son la cara visible del modelo de monocultivo, del modelo del agronegocio”, dijo Isaac Rojas de la federación ecologista Amigos de la Tierra Internacional a Radio Mundo Real.
Las resistencias hoy
Rojas destacó las luchas y resistencias visibles en Brasil hoy, en lugares que son vitales para este mundo, con una articulación fuerte de movimientos sociales luchando contra este tipo de problemas. También nombró una articulación más pequeña en Costa Rica y el Movimiento de Afectadas y Afectados por el Cambio Climático presente en Centroamérica.
Además de denunciar como los incendios están arrasando con la Amazonía o con los humedales en Argentina, son preocupantes incendios similares que se dan en países de Asia. En Malasia, por ejemplo, la población tiene serios problemas respiratorios debido al humo por los incendios que ocurren en Indonesia, donde a su vez muchas veces debe suspenderse el tráfico aéreo y terrestre por la neblina de humo.
Por otra parte, este día, el Movimiento Mundial de Bosques Tropicales (WRM, por sus siglas en inglés) junto a numerosas organizaciones, entre las cuales se encuentra Amigos de la Tierra, exhortaron este 21 de septiembre a detener el avance de los monocultivos de árboles en el Sur global.
Desde WRM denuncian que un informe producido en 2019 por un equipo de consultores para el Banco Africano de Desarrollo (BAD) y la ONG conservacionista World Wildlife Fund (WWF)-Kenia identifica a África como el continente con “el mayor potencial económico para la plantación de árboles en el mundo”.
La carta de WRM [1] -firmada por 120 organizaciones de 47 países- detalla que ese estudio «identificó 500.000 hectáreas de tierras viables para las plantaciones en diez países: Angola, República Democrática del Congo, Gana, Mozambique, Malaui, Sudán del Sur, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabue”. El estudio propone la creación de un Fondo a corto plazo, con sede en un paraíso fiscal (Isla Mauricio), para financiar el plantío de las primeras 100.000 hectáreas de árboles. Para que estas plantaciones generen ganancias para los inversores privados, el estudio alega que será necesaria la ayuda de las agencias públicas europeas para la cooperación internacional: dinero de los contribuyentes de los países nórdicos de Europa (es decir Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia), del Reino Unido y de los Países Bajos, además del Banco Mundial a través de la Corporación Financiera Internacional (CFI) que presta dinero a empresas privadas.
“Ese medio millón de hectáreas no están vacías: allí viven comunidades locales, pueblos indígenas, que serán desalojados para tener el monocultivo de árboles -criticó el coordinador de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional-. Si a esto le sumamos el avance de otro tipo de plantaciones en el mundo, el panorama es bastante desolador porque estos avances no solo vienen con los impactos que conocemos muy bien (contaminación del agua, pérdida de biodiversidad, deforestación), sino también una gran parte de impactos sociales: desplazamiento de comunidades locales, la pérdida de cultura y conocimientos tradicionales, de formas de vida que han probado ser sustentables y que son un bastión para la conservación de ecosistemas alrededor del mundo”.
Falsas promesas, falsas soluciones
Rojas recordó que estos proyectos suelen venir acompañados de “falsas promesas” de empleos y obras en las localidades donde se instalan, como la construcción de escuelas o canchas de fútbol; así como “falsas soluciones” al decir que este tipo de plantaciones ayudarán a combatir el cambio climático “cuando, en verdad, estamos ahondando en las causas del mismo”. El activista insistió en que verdaderas soluciones al cambio climático son aquellas que proponen acciones como el manejo comunitario de los bosques [2].
Advirtió que hablar de “soluciones basadas en la naturaleza” es una nueva forma de llamar a las falsas soluciones, como otra de las expresiones que utilizan las grandes corporaciones para maquillar sus acciones violatorias de los derechos de los pueblos.
“Si bien las corporaciones son responsables, muchos gobiernos también lo son al promover este tipo de negocios y de falsas soluciones. Por eso trabajamos desde la federación ATI para llevar este tema a discutir en la Convención de Diversidad Biológica que, en algún momento, el próximo año retomará las discusiones sobre el nuevo marco que tendrá el Convenio sobre Diversidad Biológica [3], y ahí es importante hablar sobre los impactos de los monocultivos, de quiénes son responsables, de cómo vienen a maquillar su discurso y hacen promesas que no son reales, para contar con mecanismos efectivos y vinculantes para la protección de la naturaleza y realizar sanciones a nivel internacional por las violaciones a los derechos colectivos que se producen al territorio, a los conocimientos tradicionales, sumado a asesinatos, violaciones y amenazas [contra defensores y defensoras ambientales]», concluyó Rojas.