Este lunes 20 se anunció una caída histórica en los precios del petróleo en Estados Unidos. El valor de referencia para el crudo en Estados Unidos (WTI) llegó a números negativos por primera vez en su historia.
Desde el Observatorio Petrolero del Sur (Opsur) de Argentina expresaron en un comunicado [1] que: “Los medios y redes sociales se llenan de explicaciones técnicas, cuando la respuesta es política: los hidrocarburos, en tanto insumo energético, son un derecho y como tal no pueden estar mercantilizados. El negocio sobre nuestros derechos nos hundió en una dependencia petrolera que hoy se revela como un error: la idea de Vaca Muerta como un gran polo energético exportador [2] pende de un hilo y en este fracaso perdimos diez años de gestión energética.”
Para ahondar en este análisis estamos en comunicación con Felipe Gutiérrez, investigador de Opsur, quien destacó que, en el contexto de la pandemia de la COVID-19, bajó muchísimo la demanda de petróleo. Para él, este factor sumado a la sobreoferta y al precio del barril de petróleo que venía bajando en los últimos años, hacía «lógico» que ocurriera una situación de descenso del precio de petróleo. «Pero jamás imaginamos a estos niveles”, admite.
“La dificultad de entender lo que está pasando tiene que ver con lo especulativo que se ha vuelto el sector petrolero, al ser un commoditie, con precios que se van tranzando a niveles internacionales, es muy difícil seguir cuáles son las pautas que guían esto”, añadió.
Pero, esta coyuntura de crisis sanitaria, económica y social a nivel global puede ser un buen momento para proyectar “de qué manera vamos a construir soberanía energética”, dice el integrante de Opsur.
“Este momento crítico nos sirve para repensar esa idea de que la energía es una mercancía, e insistir en que es un bien social, por lo tanto, un derecho. El petróleo es un bien energético, un insumo clave, y en esta crisis debe pensarse como un problema político, no técnico”.
Por eso, Gutiérrez apuntó a la necesidad de hacer una transición justa hacia otro tipo de fuentes energéticas, renovables, y que la renovabilidad vaya de la mano de la gestión energética, entendiendo por gestión no solo la que se puede hacer desde el Estado, sino involucrar en la gestión pública a las comunidades indígenas y campesinas y a quienes trabajan en el sector energético. “La reconversión hacia otras fuentes energéticas debe incluir a los trabajadores del sector, sino se produciría una crisis de trabajo que no queremos”, dijo.
“Es importante pensar la descentralización de la generación energética. Hoy se piensan modelos energéticos a partir de grandes polos productores -ambientalmente insostenibles, que acaban siendo ‘zonas de sacrificio’- y grandes polos de consumo -como las mineras y sistemas de transporte ineficientes para distribuir productos-. Tenemos que dejar de vivir con pobreza energética. Para eso debemos aumentar el criterio de ‘equidad energética’».
Vaca Muerta y otros proyectos regionales y mundiales de fracking, dados sus altos costos, «no son proyectos que se puedan sostener en el tiempo y, como venimos diciendo hace diez años, no son la solución a los problemas energéticos», agregó el integrante de Opsur.
Para escuchar reflexiones recientes en torno a la transición energética, promovidas desde esta organización, se puede consultar la serie de videos [3] y webinar sobre este tema.