“Generar un diálogo transversal con otras temáticas, partiendo de la base del conocimiento que tiene de la temática ATALC, con el análisis sobre agendas comerciales y TLC, rescatando ese legado de lucha contra el ALCA. Aportar a este debate en la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, con foco en la justicia ambiental, económica y de género”, dice Natalia Carrau en esta entrevista con RMR sobre los objetivos de la nueva publicación de REDES-Amigos de la Tierra Uruguay que analiza qué implicancias tienen los acuerdos comerciales para las mujeres y por qué incluir cláusulas de acuerdo en estas agendas de libre comercio es “pura retórica”.
“La desigualdad de género es un aspecto estructural del sistema capitalista; es así como opera el sistema social, cultural, simbólica, política y económicamente: desde una perspectiva patriarcal. Se considera a las mujeres como objetos, partes de este sistema. La evidencia empírica permite decir que los impactos del paradigma mercantil, que llega hoy en día hasta la incorporación de los servicios en las agendas comerciales, son mayores en las mujeres”, afirma también el mapeo regional de empresas transnacionales que editó Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe (ATALC) [1] a fines de noviembre de este año.
Carrau advierte que los acuerdos comerciales “tienden a atraer temas que empiezan a ser notorios en el debate público”, como la “necesidad” de que las mujeres puedan trabajar desde sus casas -a través de teletrabajos, comercio electrónico, o con economías de plataformas- para conciliar los trabajos domésticos y de cuidados (no remunerados) con el trabajo remunerado. “Y no lo hacen por que sí; lo hacen para vender un rostro positivo de esos acuerdos frente a la mala publicidad que organizaciones, movimientos sociales y la población en general está teniendo como resultado de esos acuerdos”, dice la experta.
«Los acuerdos comerciales no hacen absolutamente nada por paliar las desigualdades», afirma Natalia Carrau de REDES-Amigos de la TIerra Uruguay. «Tampoco hay evaluaciones previas de cómo estas agendas comerciales podrían beneficiar a las mujeres u otras poblaciones específicas, ni prevé evaluación de impactos posteriores a la aplicación de un acuerdo».
El rol que tienen las mujeres en los servicios es clave. En países donde no existe acceso a servicios públicos como agua y saneamiento, por ejemplo, ellas son las principales provedoras de agua, muchas veces en condiciones nefastas, debiendo recorrer largas distancias acarreando agua para la higiene y la alimentación.
“Si los acuerdos mostraran en qué aspectos concretos podrían mejorar la vida de las mujeres ya estaríamos en un nivel de análisis distinto. Ni siquiera traen eso. Traen disposiciones generales en distintos capítulos, sin transversalizar, sino distinguiendo temas que son importantes en el debate público, como medio ambiente, género, compromisos en materia laboral y de cambio climático. Eso aparece muy claramente, por ejemplo, en el Acuerdo Unión Europea-Mercosur [2]”.
«No podemos considerar a los elementos del gran capital como una herramienta para ayudar a los pueblos»
Asegurar la sustentabilidad de la vida no solo implica que varones y mujeres estén realizando esas tareas, sino prever qué papel tendrá el Estado, cuál es la importancia de lo público y lo estatal en la calidad de los servicios públicos que está ofreciendo y cómo esos servicios ayudan a sostener la vida.
La publicación «Las implicancias de las agendas del libre comercio para las mujeres» puede descargarse libremente en este enlace [3]. La invitación para que este aspecto forme parte de las agendas de los movimientos feministas, ambientalistas, campesinos, sindicales, está hecha.