La pandemia del coronavirus ha sido una estrategia mundial para el manejo de una infección viral; sin embargo, no se puede aislar del impacto económico, político, social, ambiental, ético y en derechos humanos.
Nuestras reflexiones nos han conducido a pensar que se ha desarrollado una estrategia autoritaria y hegemónica bajo la premisa que los países más ricos y avanzados tienen la supremacía tecnológica y los principios éticos y humanitarios más justos.
Se ha tomado como base premisas lógicas y filosóficas que el método científico y los expertos son la garantía que nos permitirá controlar la pandemia y tener los mejores resultados.
No obstante lo anterior, lo que observamos es que el enfoque epidemiológico y técnico para controlar la pandemia se ha basado principalmente en los postulados que se siguieron hace un siglo en la mal llamada pandemia de la gripe española: “Mantenga una distancia social de 1 a 2 metros”, “Quédese en casa, lávese las manos”.
Para los países pobres y explotados de América Latina, donde existe una alta carencia de viviendas, desempleo y desocupación total masiva, precarización de la vida y de los sistemas de salud, desalojo violento de los territorios por las transnacionales, las fuerzas represivas de los Estados y la acumulación originaria del capital y el avance del neoliberalismo es prácticamente imposible para la mayor parte de la población quedarse en casa y alimentarse e incluso no disponen de agua para lavarse las manos.
Por otra parte, la concepción ideológica y política de la salud es una visión reduccionista por lo cual la causa de la enfermedad es lineal, mecánica que no toma en consideración la clase social, el racismo, la exclusión patriarcal, sexista y homofóbica. En otras palabras, no corresponde a un modelo que considere la salud de la totalidad de la vida de plantas, animales, microorganismo y seres humanos (Holo=totalidad, BIOS=vida) en relación entre los seres humanos, naturaleza, madre tierra y la relaciones sociales, políticas e históricas y la salud como un valor esencial para la vida material, ecológica, psíquica, cultural, social, ética y espiritual.
Este planteamiento hegemónico de la pandemia ha conducido a una estrategia de vigilancia (vigilancia epidemiológica) que se fundamenta en el control o la eliminación del vector. Para el caso, en algunas enfermedades como el dengue, el vector es el mosquito y por consiguiente, hay que controlarlo o eliminarlo con plaguicidas que afectan al mosquito y como son tóxicos afectan al ser humano. En el caso del contagio del coronavirus, el vector principal es el humano y por consiguiente la persona que se contagia con el virus habría que “vigilarlo” o eliminarlo, bajo esta óptica se observa que en estas pandemias predomina el enfoque de la inteligencia militar y los mecanismos para establecer los estados de excepción con sus toques de queda, los principios carcelarios y la utilización de la represión policial y el uso de bombas lacrimógenas, mecanismos que no solamente aumenta el contagio, si no que también ponen en condiciones favorables para incrementar la morbilidad y mortalidad por la infección viral.
El otro componente de la estrategia es: ¿Quién controla la política del manejo de la estrategia de la pandemia?
En lugar de tener un enfoque interdisciplinario, los que controlan la pandemia son los aparatos represivos del Estado o el poder político.
Así por ejemplo, los profesionales de la salud u otros campos que tengan valores éticos son excluidos porque los que dominan son los intereses del complejo militar industrial farmacéutico que tienen intereses mercantiles en la tasa de medicamentos y vacunas; el otro componente que maneja esa situación son las grandes empresas transnacionales, maquilas y sectores corruptos del Estado y la oligarquía.
Los otros componentes fundamentales de esta estrategia se han manifestado en el control y criminalización de la protesta social y la exclusión de participación en las grandes decisiones de los movimientos sociales, populares, indígenas, campesinos y garífunas y otros grupos étnicos, lo cual ha favorecido la agresión imperial y los planes de estabilización de los gobiernos progresistas (golpes de Estados, violación a los derechos humanos y agresiones a los pueblos de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Chile, Colombia, Haití y México).
En el plano aparentemente médico, se señala dos proyectos profundamente influidos por Bill Gates y grandes corporaciones de la inteligencia artificial digital, industria farmacéutica y la agroindustria, así como los aparatos de seguridad imperiales.
Hemos reflexionado sobre la importancia que tiene la salud para desarrollar conciencia social y política de la realidad de nuestros pueblos y la necesidad de unificar un sujeto histórico fragmentado en todas sus dimensiones; dialécticamente también hemos aprendido como la razón industrializada de la salud y la enfermedad es poderosa en la manipulación y la inmovilización de las comunidades y pueblos y manejada a través de los grandes medios de comunicación e información, genera el pánico, el terror y podemos decir el psicoterrorismo por las fuerzas represivas del Estado y del capitalismo.
El miedo, el pánico, y el terror exacerban la depresión, la ansiedad, la angustia y aumenta la tasa de suicidios, incrementan el estrés y debilitan la inmunidad y por lo tanto pueden ser más graves que el propio coronavirus, porque la persona se puede enfermar de otras infecciones y patologías graves.
En conclusión, nuestro pueblo cree que al capitalismo neoliberal le interesa eliminar a los que no son útiles en la sociedad capitalista y esto ha sido expresado por autoridades ligadas a los sistemas financieros.
¿Cuáles son los desafíos y las tareas urgentes?
1. Es urgente la formación ideológica y política, ética y científica para profundizar en la concepción y practica de la salud y la enfermedad de todos los seres vivos y su relación con el sistema capitalista vigente y tener una visión hacia donde se orienta y cambia este sistema que sigue siendo tan poderoso y que toman diferentes matices, no solamente el agroindustrial-militar, el de la inteligencia vigilante de la automatización, el sistema genocida que emplea la energía atómica o la guerra biológica o la biotecnología, la nanotecnología y todos los sistemas perversos de la comunicación y nuevas áreas de la lingüística y la manipulación del psicoterrorismo.
2. Es importante desarrollar estrategias: ¿Cómo enfrentar los proyectos multimillonarios del complejo industrial-militar y farmacéutico de Solidarity y las vacunas?
3. Organizar sistemas de trabajo con las comunidades indígenas, campesinas y garífunas en un análisis de los sistemas de salud bajo una óptica no farmacéutica sino de las visiones ancestrales y científicas.
4. Fortalecer la unidad y solidaridad de los pueblos de América Latina, sobre todo aquellas que están en la situación más crítica y amenazante por los intereses imperiales (Cuba, Venezuela, Bolivia, Colombia, Honduras, Brasil, México, El salvador, Haití).
5. Realizar trabajos con las comunidades eclesiales de base, sectores que han trabajado con la teoría de la liberación.
6. Fortalecer el trabajo con las organizaciones feministas antiimperialistas, anticoloniales y anticapitalistas.
7. Realizar trabajos solidarios con sectores antiracistas, anticolonialistas y antipatriarcales.
Por la unidad de América Latina y de todos los pueblos del mundo.
/////
Agradecimientos a Karin Nansen, presidenta de Amigos de la Tierra Internacional (ATI), Silvia Quiroa Representante de ATALC ante el Excom, a Danilo Urrea por su apoyo en el desarrollo de las conversaciones, al Dr. Concepción Ferrufino matemático hondureño, a la Dra. Sandra Pinel, médica anestesióloga, al Dr. Luis Escoto, médico neurópata y pránico, a la Dra. Ligia Gómez Homeópata de Costa Rica, a Arturo Stephan Soler Dr. En Química y matemático, Alejandra Padilla, Arquitecta, Jeffrey Izcano, Estudiante de fisioterapia, a la periodista Silvia Sosa y a la ingeniera Jennifer Erazo.
Dedicatoria a Sandra Ramírez, técnica terapista nutricional.
Puedes escuchar más reflexiones de Juan Almendares junto a compañeras y compañeros de la región en el conversatorio organizado por ATALC [1]: «Pandemias del neoliberalismo», que puedes ver aquí [2].